miércoles, 25 de noviembre de 2009

YO NO SÉ, SÓLO PREGUNTO


Leo en Las Provincias del pasado día 9 que Marga Sanz, coordinadora general de Izquierda Unida en el País Valenciano, se dispone a pedir al Consell que se retire la financiación pública de los colegios concertados que separan a sus alumnos por sexos. El día 18, publica El País una entrevista con José Antonio Griñán, Presidente de la Junta de Andalucía, en la que afirma que la educación diferenciada puede provocar en los niños “un perjuicio irreparable”. Nada nuevo.

Y de repente, como por sorpresa, el día 19 el diario Levante da a conocer que sólo siete centros de la Comunidad Valenciana han logrado que todos sus alumnos de 2º de Bachillerato aprueben la Selectividad, y de esos siete, cinco aplican la llamada “educación diferenciada”. Para mí, que soy absolutamente lego en la materia, que siempre he dado por buena la educación mixta y que he tenido a mis hijos escolarizados en centros que no llevaban a cabo esa segregación, la noticia me ha sorprendido y me ha hecho pensar. Siempre había oído exactamente lo contrario. ¿No será una casualidad, o una coincidencia?

Y me he puesto a buscar más datos, pero lo que descubro es que esa misma ventaja académica de los colegios con enseñanza diferenciada se ha observado en otros lugares:
-en Inglaterra y Gales, al finalizar la enseñanza obligatoria, de los 20 mejores colegios, 13 eran de escolarización diferenciada (General Certificate of Secondary Schools, 2001). En los últimos 5 años, según The Financial Times, entre las 25 mejores escuelas, el 94% eran diferenciadas. En 2006 el Office for Standards in Education, Children's Services and Skills (organismo independiente controlado por el Parlamento dedicado a la inspección escolar) publicó los pasos que debería seguir el gobierno británico durante los próximos 15 años para mejorar el sistema educativo y reducir el fracaso escolar, recomendando, como medida prioritaria, la atención a las diferencias sexuales en el aprendizaje mediante la separación de niños y niñas.
   -en el Canadá, según el Fraser Institute, 10 de los 16 mejores centros de secundaria son de educación diferenciada.
   -en Australia, el Australian Council for Educational Research ha realizado un seguimiento a 270.000 alumnos durante 6 años, y concluye que el ambiente de trabajo y el comportamiento eran entre un 15 y un 22% mejores en los colegios en los que los alumnos se separan por sexos.
   -en Suecia, la parlamentaria Chris Heister, presidente de la Comisión para el Estudio de la Educación sostiene, en su informe de julio de 2004, que la educación actual fracasa porque desprecia las diferencias entre los sexos, y recomienda que se organicen clases diferenciadas para chicas y para chicos, porque no es lícito imponer idénticas conductas y modelos educativos a los alumnos de ambos sexos.
   -en Alemania, algunos estados han presentado proyectos piloto que demuestran los beneficios de la separación entre chicos y chicas en materias concretas, y se han formado grupos sólo de chicas en física e informática para favorecer su acceso a carreras técnicas.
   -en los Estados Unidos, en octubre del 2006, con el acuerdo de republicanos y demócratas, se aprobó una nueva ley que permite la separación por sexos en los colegios públicos para favorecer el progreso en determinadas materias a edades concretas. La pretensión del Gobierno es que esta posibilidad se extienda a toda la población (The Washington Post, 25 de octubre de 2006).

Ante esto, se diría que, hoy por hoy, es difícil defender responsablemente la tesis de que la enseñanza diferenciada suponga para los niños “un perjuicio irreparable”. Más bien parece lo contrario: diversos estudios realizados con niños y niñas de diferentes culturas, razas y nivel económico y social, demuestran que, como regla general:
-en los niños, el pensamiento es deductivo, y retienen mejor los datos objetivos, aventajando a las niñas, en la educación secundaria, en lógica matemática, capacidad espacial y razonamiento abstracto
-en las niñas, el pensamiento es inductivo, y retienen mejor los datos subjetivos, aventajando a los niños, en educación primaria, en destrezas verbales, lectura, escritura y motricidad fina.
-en los chicos, que se desarrollan más tarde, se desarrolla más lentamente el área de autocrontrol, por lo que son más movidos, inquietos e indisciplinados. Un elemento esencial es la competencia, y la relación con el profesor suele ser de confrontación y tensión, por lo que precisan mayor disciplina y autoridad que las chicas.
-en las chicas, más maduras psíquicamente, el elemento esencial es la colaboración, y en la relación con el profesor predominan la comprensión y la afectividad.
-en secundaria, las chicas tienen mayor rendimiento académico y surgen conflictos con los chicos, a los que consideran unos niños. El mayor fracaso escolar en ellos se acompaña de falta de motivación y agresividad, y son tildados de violentos.
-a pesar de que es lugar común afirmar que la coeducación favorece la socialización y la disciplina escolar por el efecto moderador de las chicas, lo que se ha constatado es que en la educación mixta la actitud masculina es más agresiva y egoísta, y, aunque es cierto que entienden mejor a las chicas, refuerzan los estereotipos de los papeles de sexo y les pierden el respeto.
-y, al contrario, en la educación femenina pura las chicas tienen mejor concepto de sí mismas y una actitud en relación a los roles de sexo menos estereotipada, así como mayor capacidad de mantener buenas relaciones con compañeras y profesores (American Association of University Women).

La coeducación se implantó en España en los años 70. Casi 40 años después, parece que la realidad no responde a las promesas. Ya sé que no es decente decirlo así, pero ¿no habrá llegado ya el momento de cambiar el planteamiento y escuchar la voz de la experiencia? Ahora que tantos países occidentales están reconsiderando la separación de los alumnos por sexos, ¿tenemos que empecinarnos en mantener un sistema público ciego ante los resultados patentes en lugares tan distintos? Distintas comunidades autónomas se plantean negar la subvenciones oficiales a los colegios que no implanten la educación mixta ¿No sería mejor para todos acceder a una educación pública diferenciada? Y en vez de procurar que se nieguen ayudas a los centros que separan a sus alumnos por sexo, -lo que sería tanto como igualarnos por abajo- ¿no deberíamos aspirar a que deje de ser un privilegio al alcance sólo de los que puedan pagárselo? ¿No debería ser un supuesto de la educación pública, si quiere superar la desventaja de salida que tienen los más desfavorecidos?

lunes, 16 de noviembre de 2009

LAS CÉLULAS MADRE, HOY

La investigación con las llamadas “células madre” despierta tantas ilusiones y tantos intereses que las investigaciones resultan condicionadas por circunstancias ajenas a la ciencia (discrepancias éticas, conflictos políticos, la propia complejidad de las investigaciones,…). Un ejemplo extremo es el investigador coreano Woo Suk Hwang, que asombró al mundo en 2004 y 2005 al anunciar que había conseguido la clonación humana, para más tarde confesar que se trataba de una falsificación; con más facilidad y menos malicia, puede ocurrir lo que reveló en 2003 el grupo de DA Melton: que la aparición de células productoras de insulina a partir de células embrionarias de rata había sido sólo el fruto de un artefacto. Estos hechos reflejan las peligrosas consecuencias que pueden producirse cuando la ciencia se encuentra en el escaparate, y se siente obligada a dar lo que se espera de ella. Por eso importa conocer la verdadera situación de la investigación que se lleva a cabo, para evitar vernos arrastrados por nuestros deseos.

Aproximadamente dos semanas después de la fecundación, el embrión está en fase de blastocisto; más tarde constituirá un disco formado por tres hojas superpuestas, cada una de las cuales dará lugar a ciertos tipos de tejido, y no a otros. Así, por ejemplo, la piel y el sistema nervioso surgirán del “ectodermo”, los músculos, los huesos y los vasos sanguíneos del “mesodermo”, y el tubo digestivo, los pulmones, el hígado y el páncreas, del “endodermo”. Pero en el blastocisto todo esto está aún en germen, sin “diferenciar”, y por eso se recurre a él para obtener células que puedan dar lugar a estos diversos tejidos. Son las denominadas “células madre embrionarias”, para cuya obtención es necesario matar al embrión previamente: no se puede sacar la pieza sin deshacer el puzzle.

Pero hay también “células madre adultas”, que se encuentran en tejidos del organismo adulto. Son las mejor conocidas, y fueron las primeras estudiadas –las células madre de la médula ósea, “constructoras” de las células sanguíneas- y las primeras utilizadas en la clínica humana -para resolver problemas relacionados con enfermedades como la leucemia-. Progresivamente se han ido descubriendo en otros tejidos, y hoy se conocen células madre prácticamente de todos los tejidos adultos. Si inicialmente se creyó que las células madre adultas sólo podían diferenciarse hacia tejidos procedentes de su misma hoja embrionaria, son cada vez más numerosos los estudios que muestran la posibilidad de generar células que en el desarrollo embrionario proceden de otra hoja.

La principal aplicación de las células madre a la clínica humana es la medicina regenerativa. Su indicación más clara serían enfermedades como la diabetes, el parkinson, el alzhéimer, la esclerosis en placas, etc., pero hay que tener en cuenta que la reparación del tejido con células madre no significa que desaparezca la causa de la degeneración. La medicina regenerativa es una estrategia más a añadir, no un planteamiento global que vaya a sustituir por completo los criterios y esquemas de la medicina actual.

El principal escollo técnico es la obtención de preparaciones adecuadas de células madre, lo que puede requerir instalaciones que desbordan las de un laboratorio de investigación convencional: no es lo mismo aislar células madre para investigar su desarrollo, o para trasplantarlas a animales, que disponer de material suficiente para aplicar a un número de enfermos adecuado en condiciones que aseguren la calidad, homogeneidad y seguridad de las células empleadas.

A pesar de que las células madre embrionarias crecen con mayor vigor y tienen mayor potencialidad que las adultas, presentan dos inconvenientes que hace insegura su utilización: el primero es que hay pocas líneas celulares disponibles, lo que supone pocas posibilidades de encontrar muestras compatibles con un enfermo dado. Esto es debido a que obtener líneas embrionarias de suficiente pureza presenta varias dificultades técnicas, siendo la principal la contaminación con las células de ratón que se utilizan como nutriente, lo que implica un riesgo añadido de rechazo o de alteración genética. El segundo inconveniente es de mayor envergadura: se trata de su capacidad para dar lugar a la aparición de tumores. Son tumores compuestos por los tipos celulares más diversos, semejantes a los observados en el ovario y el testículo. Este inconveniente podría salvarse induciendo precozmente la diferenciación de la célula, pero se trata de una vía que debe aún ser demostrada y comprobada su seguridad.

Por contraposición, las células madre adultas, presentes en el propio enfermo, no provocan rechazo ni tienen capacidad tumoral. Esto se traduce en la diferente utilización de uno u otro tipo de célula madre, como puede comprobarse en el registro de ensayos clínicos que publica el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos en su página www.clinicaltrials.gov. La inmensa mayoría de ellos se hacen con células madre de la médula ósea, con una mayoría absoluta de ensayos de tratamiento de enfermedades hematológicas, pero también del miocardio, el tejido periodontal, o, en otro orden, las fracturas óseas, los traumatismos craneales y la diabetes mellitas. Igualmente bien representado está el capítulo de las células madre de cordón umbilical, y cada vez aparecen más estudios de células madre de otro origen (tejido graso, sistema nervioso, endometrio,…). Por las razones mencionadas más arriba, casi los únicos estudios en marcha con células madre de origen embrionario son líneas de investigación con células animales.

Esta es la realidad actual de las células madre y de la medicina regenerativa. El futuro es promisorio, pero hay que contar con el tiempo. Hoy por hoy, las células madre son sólo una vía de investigación que tiene aún camino por recorrer, y debe avanzar con pasos seguros, ajeno a la espectacularidad y el sensacionalismo. La alternativa serán casos como los mencionados al principio.
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"Investigación con células troncales". Dir: Carlos María Romeo Casabona. Monografías Humanitas, nº 4. Barcelona, 2006.
"Células madre. Encrucijadas biológicas para la Medicina: del tronco embrionario a la regeneración". César Nombela. EDAF. Madrid, 2007.
"Células madre. Ciencia, Ética y Derecho." Coord.: Roberto Germán Zurriarán. Ediciones Internacionales Universitarias. Madrid, 2009.

EN MISA Y REPICANDO




No sé a qué obliga ser miembro de una logia masónica, o de un movimiento excursionista, por poner dos ejemplos. Pero como no lo soy, ni pretendo llegar a serlo, es asunto que no me interesa: allá sus miembros, y su disposición a aceptar esas condiciones. Y tampoco me imagino declarándome a favor ni en contra de esas obligaciones aceptadas libremente por sus miembros.

Sin embargo, cuando Monseñor Martínez Camino vincula el apoyo al aborto con la excomunión de la Iglesia Católica, falta tiempo para que se alce un coro de voces exaltadas que denuncian la intromisión de un Obispo en cuestiones políticas. No parecen darse cuenta de que estamos en el mismo caso: la Iglesia considera que promover el aborto voluntario es contradictorio con su fe, y hay que escoger. Pero es asunto que sólo concierne a los miembros de la Iglesia, o, mejor, a quienes aprecien serlo. A los que no lo son, el Obispo Auxiliar de Madrid no les ha dicho nada. A los que lo son, pero no les importaría dejar de serlo, tampoco. Monseñor Martínez Camino se dirige sólo a los miembros de la Iglesia que quieren seguir siéndolo, y les dice: “¡Cuidado!, ésa no es la dirección, por ahí no vas bien, te estás equivocando. Si te interesa venir con nosotros has de volver a este camino”. Nada más. Es doctrina vieja. Pero se ve que le ha parecido necesario recordarla. Y las reacciones que ha suscitado demuestran que, efectivamente, era necesario.

Cada quien es muy dueño de incorporarse a la Iglesia, o de abandonarla. Pero que los que se consideran alejados de ella quieran gobernarla parece excesivamente pretencioso. La Iglesia está definida. Podemos aceptarla o rechazarla, pero las dos cosas a la vez, no; no se puede estar en misa y repicando. Si yo quiero formar parte del equipo de fútbol de mi barrio, a lo que tengo que jugar es al fútbol. Y si alguien dice: “Yo, es que quiero coger el balón con las manos”, hay que decirle: “Muy bien. Pero eso no es fútbol. No te corresponde jugar en este equipo”.

Eso es lo que acaba de decir Monseñor Martínez Camino: que el que quiera favorecer el aborto provocado no puede estar en la Iglesia Católica. Nadie está obligado a preferir una cosa o la otra, pero si mi partido y mi fe se contradicen, o pongo mi fe por encima de mi partido, o pongo mi partido por encima de mi fe. Es tan elemental que no me explico los comentarios que suscita.

miércoles, 14 de octubre de 2009

PARA NO DESCONCERTAR A MIS BIÓGRAFOS

Circulan por Internet diferentes listados de razones por las que la gente se apunta a ir a la manifestación de Madrid.:
… porque ante un tema tan grave, creo que debo hacerlo: es una cuestión de responsabilidad personal.
… para que todas las mujeres de España se enteren de que hay millones de personas dispuestas a ayudarlas ante un conflicto derivado de un embarazo imprevisto, y comprendan que el aborto nunca es la solución, sino el inicio de más problemas.
… para que los gobernantes y parlamentarios de España sepan que hay una amplísima mayoría de españoles que rechazan toda legislación permisiva del aborto y reclaman alternativas solidarias de apoyo a la mujer embarazada.
… para que cuando mi hijo o mi nieto te pregunten: “…cuando había aborto en España, ¿qué hiciste tú para acabar con esa barbaridad? puedas contestarle que participé en la manifestación del 17 de octubre de 2009 en Madrid.

En el fondo, son diversas formas de decir lo mismo: que el que no actúa como piensa acaba pensando como actúa, y si después afirmar la vida "en vacío" nos quedamos al margen de esta iniciativa que lo transforma en hechos reales seremos "como bronce que suena o címbalo que retiñe". Si no se traduce en actos concretos es indiferente estar a favor del aborto, o en contra, y si no es indiferente, ¿en qué se nota? Si te preocupa que la gente sepa que estás contra el aborto, entonces no tienes por qué preocuparte, porque la verdad es que no estás contra el aborto.

Yo estoy a favor de la vida también es sus estadios embrionario y fetales, por eso voy el sábado a Madrid. Para no desconcertar a mis biógrafos.

martes, 22 de septiembre de 2009

VOTAMOS A FAVOR DE LA VIDA

Los preparativos para la gran concentración a favor de la vida del día 17 de octubre en Madrid ya se han puesto en marcha. Abandonar el sofá un sábado para pasar el día en carretera, concentrarse en Madrid y volver a ponerse al volante para llegar a casa a tiempo no es un plan que pueda considerarse propiamente atractivo, si no fuera por lo que hay detrás de todo esto.

El Gobierno, que se ha empeñado en modificar la “ley del aborto”, quiere presentar ahora esta modificación como “más de lo mismo”, pero no es verdad –tampoco eso es verdad-: si en la anterior situación el aborto estaba contemplado como un mal menor, en esta propuesta se presenta como un bien en términos absolutos. Ya no se tratará de un delito no punible, ahora será un derecho, algo exigible, a lo que se podría aspirar.

Y se presenta como una reclamación de la voluntad popular, de modo que cuesta decir que no, cuesta vencer la pereza para oponerse a la mayoría. Pero es que no se ve por ninguna parte ese apoyo de la mayoría. Es verdad que lo promueve el partido más votado, pero no llevó esta cuestión a su programa electoral y, por tanto, nadie votó a su favor. Ni en contra: no era eso lo que estaba en cuestión.

Ahora nos dicen que esa voluntad popular mayoritaria se demuestra simplemente por el pacto de los miembros del Congreso de los Diputados. Hay que contestar que entonces no sólo se trata de un proyecto de ley injusto, sino que es ya injusto el uso que hacen del voto que se les ha otorgado. Se trata de una falsificación -de otra falsificación- de la voluntad popular. Un abuso de poder, un abuso de confianza: han recibido nuestro encargo para dirigir la política del Estado, pero ponen en boca de los electores algo sobre lo que los electores no se han pronunciado.

Y la cuestión es que mantienen la intención de seguir adelante sin solicitar ese pronunciamiento. No quieren preguntar, porque no les interesa la opinión de los electores. Pero deberían interesarles saber si, efectivamente, tienen el apoyo de la población, y por eso, aunque no nos pregunten, debemos hacerles llegar nuestro punto de vista. Nos escamotean nuestra soberanía, nos niegan la consulta de las urnas: pues votaremos con los pies, como entonces.

Eso es lo que nos hace vencer la pereza, abandonar el sofá y pasar ese día en carretera, lo que nos pone en marcha para encontrarnos en Madrid el próximo día 17 de octubre: decir a los gobernantes que no están ahí para hacer lo que les venga en gana sin más límites que los de su peor ocurrencia. Que son un gobierno legal, pero están a punto de convertirse en un gobierno ilegítimo. Y que nuestro deber de lealtad para con las autoridades incluye avisarles del peligro de que incurran en indignidad. Al fin y al cabo, como sabía Ortega, “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”.

lunes, 13 de julio de 2009

CARTAS DE TRIUNFO

Con el auge del sentimiento ecológico ha surgido la idea de que a los animales les asisten unos derechos morales equivalentes a los Derechos Humanos. Esto se enfrenta con la creencia de que el único sujeto de derechos morales es el hombre, que por su inteligencia y voluntad está investido de una dignidad de la que carecen los animales. Esta postura es tildada ahora de egoísta, y de la misma forma que se ha superado el racismo y el sexismo que negaban esos derechos a los negros y a las mujeres, se considera llegado el momento de superar el “especismo” y reconocer a los animales derechos morales.

Pero lo cierto es que los partidarios de cambiar la situación tradicional no se ponen de acuerdo. Algunos afirman que todos los seres vivos tienen derechos porque poseen capacidades que tienden a su plenitud, y el hombre tiene el deber de promoverlas. A este respecto no hay diferencia: tanto derecho al amparo y protección tienen las capacidades de los animales como las de las plantas.

Sin embargo, en la práctica nos encontramos con que no podemos amparar simultáneamente la capacidad de la planta de conservar la vida y la capacidad del herbívoro de alimentarse de ella. Y, como era de esperar, han aparecido detractores de esta corriente dentro de los propios revisionistas. Son los que defienden que sólo poseen derechos morales aquellos que pueden experimentar dolor: sólo la capacidad de sufrir provoca un derecho, el derecho a que se les trate de forma que disminuya su sufrimiento y aumente su bienestar. Nuestras acciones, por tanto, deben ir encaminadas a evitar el mayor sufrimiento posible y procurar el mayor bienestar posible a la mayor cantidad posible de individuos. Se trataría, pues, de una cuestión aritmética.

Pero también este asunto se complica cuando lo llevamos a la vida real: ¿es lícito procurar la muerte de un conejo para alimentar a un ser humano, si tanto valen el sufrimiento y la vida de uno como los de otro? A esta pregunta responden otros animalistas que sí es lícito, porque lo decisivo es la capacidad del animal de organizarse socialmente, la capacidad de extraer del mundo natural instrumentos con los que alcanzar unos objetivos, es decir, su semejanza psicológica, e incluso genética, con el hombre. No cualquier animal, por tanto: sólo algunos simios tienen propiamente derechos morales.

Ya se ve que lo que venimos haciendo no es más que volver a la concepción tradicional, pero sustituyendo la inteligencia y la voluntad humanas por la posesión de vida, la capacidad de sentir o el parecido con los hombres; es decir: cambiamos una característica que tenemos nosotros y otros no por otra característica que también tenemos nosotros y otros no: no parece que por este camino vayamos a quitarnos de encima la acusación de egoísmo.

En su último libro (1), Adela Cortina propone superar estas dificultades por medio de la doctrina del pacto: tenemos derechos porque somos capaces de pactar normas y de comprometernos a cumplirlas. Eso implica ser capaces de comunicación humana, pues sólo puede pactar el que entiende lo que es una norma y puede decidir si la encuentra aceptable o no. Esa es la razón por la que no podemos reconocer derechos morales a los animales.

Pero entonces, ¿qué decir de los niños y de los disminuidos e incapacitados, que tampoco reúnen las condiciones del pacto? La diferencia es clara: un águila no se convierte en gallina por no poder volar; tampoco un hombre se convierte en simio por estar discapacitado. Sigue siendo un hombre. Pero carece de algo que le corresponde como hombre, y por eso no puede llevar una vida armónica. Somos los demás miembros de su comunidad los que debemos intentar suplir esa carencia.

Afirmar que sólo los hombres ostentan derechos morales no es egoísmo, sino simple consecuencia de la propia realidad humana: cualquier hombre, por el hecho de serlo, posee derechos morales. Ésa es su dignidad. Por eso son indiscutibles. Y por eso no se plantean como un argumento más, sino que se apela a ellos con carácter definitivo: son nuestras cartas de triunfo, las que al ponerse sobre la mesa zanjan la cuestión, ganan la partida.

Ahora bien: negar que los animales tengan derechos morales no equivale a afirmar que nosotros no tenemos obligaciones para con ellos. Son seres valiosos, y el reconocimiento de ese valor exige un trato adecuado e impone limitaciones a nuestra acción. Pero eso no significa que el animal tenga derecho alguno: también estamos obligados a cuidar y conservar el patrimonio artístico y natural, y eso no significa que la catedral de Burgos o la sierra de Cazorla tengan derecho a nada.

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(1) Adela Cortina: Las fronteras de la persona. Taurus. Madrid, 2009.

miércoles, 1 de julio de 2009

TRAZOS EN EL AGUA

Nuestro ordenamiento legislativo prevé determinadas circunstancias en las cuales acabar con la vida de otra persona no está penado: actuar en defensa propia, por ejemplo. De ahí no se deduce que nadie tenga “derecho a matar” a otro: sigue siendo delito, pero al que lo hace en esas circunstancias “no se le tiene en cuenta”.

Sin embargo, parece que, desde el principio, con la despenalización del aborto esto no se ha visto claro, y se ha extendido la creencia de que despenalizarlo lo convierte en un derecho, del mismo rango que mi derecho a tener una vivienda digna. Hasta el punto de que los últimos datos oficiales del aborto provocado en España permiten suponer que el recurso al aborto es contemplado, en un alto porcentaje de sus casos, como uno más de los medios anticonceptivos: el 19% de las gestaciones terminan por aborto provocado. Para hacernos una idea, las feroces matanzas entre hutus y tutsis de los años 90 acabaron con el 11% de la población de Ruanda.

Y ni siquiera se es consciente de lo que se destruye, porque después de declarar solemnemente que nuestro máximo valor es la vida humana, resulta que no sabemos en qué consiste eso que llamamos “vida humana”. Hay quienes se esfuerzan por trazar una línea en el desarrollo embrionario y decir: hasta aquí no hay vida humana. Los argumentos son variados, y diferentes autores trazan su línea en un punto diferente, lo cual es una prueba de que ninguna de ellas resulta convincente, ninguna de ellas está libre de prejuicio, todas son, en el fondo, decisiones arbitrarias que tras un análisis superficial se desvanecen como trazos en el agua.

Sin embargo, bastaría que pensásemos en nuestra propia vida para comprender que la vida humana no es algo concluso, terminado, cerrado, sino una vida que consiste en permanente desarrollo, que estamos siempre “en camino”: hemos venido a ser quienes somos hoy, estamos en camino de ser quienes seremos mañana. Sabemos que esto continuará hasta el momento de nuestra muerte, pero ¿cuándo empezó este camino? Al nacer, dicen algunos. Pero si pensamos en la víspera de nuestro nacimiento nos damos cuenta de que también a ese momento hemos “llegado”. Y si seguimos retrocediendo nos damos cuenta de que podemos llegar hacia atrás hasta la fecundación sin ser capaces de señalar un momento a partir del cual “comenzamos”.

Llegados a este punto, ¿qué hacer? Hemos de tomar una decisión al respecto, porque no tomarla es ya una decisión: la decisión de mirar para otro lado. No hay que hacer consultas a expertos, basta con que nos pongamos en situación: estoy ante una vida que no sé si es humana, exactamente como se encuentra el cazador con su escopeta cargada frente a un arbusto tras el cual algo se mueve. ¿Disparará? Si la vida humana es un bien superior a la vida animal, lo único que puede hacer es esperar a estar seguro, la mera posibilidad de que se trate de un hombre le impone una actitud de “alto el fuego”.

Si nuestro sabios no se ponen de acuerdo –y no se ponen de acuerdo en absoluto: la duda abarca desde reconocer vida personal germinante en la respuesta del embrión a los factores maternos durante su camino hacia el útero, hasta la que no admite rasgos de humanidad sino mucho tiempo después del nacimiento- no cabe otra decisión que la de “alto el fuego”: ¿por qué privilegiar un punto de vista?, ¿por interés político o por conveniencia social?, ¿es en eso en lo que consiste “tener como máximo valor la vida humana”?

EL PRINCIPIO

Nos han acostumbrado a términos como “cigoto”, “preembrión”, “embrión”,… como si fueran entidades bien definidas, estables. La realidad es muy diferente: la fecundación del óvulo da lugar a una serie de acontecimientos en cascada cuyo interés va más allá de lo puramente biológico.

Para empezar, con la entrada del núcleo del espermatozoide se reanuda la división del material genético del óvulo, división que había quedado interrumpida hasta este momento y que es necesaria para permitir la unión de los dos núcleos. Es decir, que la entrada del espermatozoide no solamente da lugar a un nuevo ser genéticamente distinto de sus progenitores -el embrión (“cigoto” en este momento unicelular)- sino que, en rigor, es el hecho que capacita al óvulo para ello. A partir de aquí comienza el camino que dará finalmente como resultado un ser adulto.

La primera división del cigoto produce la separación de dos células precisamente a la altura del punto de entrada del espermatozoide. Y esto no va a ser indiferente, porque esas dos células ya no van a ser iguales: la célula que englobe el punto de entrada tendrá mayor volumen que la otra y se dividirá antes. Luego, las células que provengan de esta “hermana mayor” constituirán la “masa celular interna”, de la que derivará el feto. Recientemente la doctora Magdalena Zernicka-Goetz ha demostrado que minutos después de que el espermatozoide se una al óvulo, surge el esquema corporal del feto, y las 24 horas aparecen los ejes delante-detrás y arriba-abajo.

Las sucesivas divisiones celulares trasforman el cigoto en un acúmulo celular llamado “mórula” por su semejanza con una pequeña mora. Pero ya sabemos que esa mórula está orientada espacialmente, y en su interior se forma una cavidad lateral, formando en la zona opuesta la “masa celular interna” ya mencionada. Cuando aparece esa cavidad denominamos al embrión "blastocisto".

En este momento han pasado siete días desde la fecundación, que ocurrió en el extremo de la trompa de Falopio, y el embrión ya ha llegado al útero, donde tiene lugar un reconocimiento recíproco que desembocará en la “implantación”, el anidamiento del embrión dentro del útero.

¿Es el embrión una parte del cuerpo de la madre? La respuesta nos la da la misma biología: el embrión manda unas señales biológicas a las que ella responde provocando un cambio en su sistema defensivo inmune. Y eso -que es exactamente lo que pretenden los médicos cuando administran medicación para evitar el rechazo de un órgano que han trasplantado- es lo que permite que el cuerpo de la madre tolere al de su hijo en su interior. Aunque en ocasiones la acción del embrión no es capaz de superar esa reacción defensiva, y el resultado es el rechazo de ese embrión, el aborto.

El lector atento habrá observado que en este relato no ha aparecido el llamado “preembrión”. La razón es que se trata de un concepto sin contenido biológico, un término acuñado por razones “legales” (ya dije que el interés de todo esto va más allá de lo puramente biológico) que pretende dar a la fase preimplantatoria una individualidad propia que en realidad no existe: el embrión es siempre el mismo ser en una evolución constante y paulatina, cuyas etapas se suceden sin cambios bruscos, como ocurre en el tránsito del niño al anciano. Términos como “cigoto”, “mórula” o “blastocisto” no son más que designaciones de las distintas formas que va adoptando en sus distintas fases la vida humana, lo mismo que "embrión", "feto", "niño", "joven", "adulto" y "viejo".

Todos los pasos que hemos visto en el desarrollo del embrión están programados y regidos internamente por su propio ADN. No hay marcha atrás, no hay retorno. La mórula no volverá a ser cigoto, el feto no volverá a ser blastocisto. Y no hay retorno porque tiende a un final pre-establecido, establecido con antelación. El embrión humano está programado y destinado a ser un niño, y lo será si no se interfiere. Pero si se interfiere no se convertirá en embrión de otra especie: simplemente, morirá. Diversos autores han señalado la semejanza que el embrión humano presenta con el embrión de animales como el pollo o el cerdo, por ejemplo. Esa semejanza es aparente: el libro de ruta de cada uno de ellos es absolutamente distinto, como no tarda en ponerse en evidencia. Borges habla de cierta enciclopedia china en la que encontró una clasificación de los animales: “pertenecientes al emperador”, “embalsamados”, “amaestrados”,…; el último grupo era el de los animales “que de lejos parecen moscas”. Puede ser que, de lejos, parezcan moscas, pero sólo hay que acercarse para ver que la realidad es que no lo son. De igual manera, puede ser que, al principio, un embrión humano parezca un embrión de pollo. No nos dejemos engañar: sólo hay que esperar para ver que en realidad es un ser humano.

lunes, 22 de junio de 2009

EL PODER LEGISLATIVO: ¿CAPRICHOSO O RACIONAL?

Después de leer el artículo “El aborto de menores”, de D. Luis Segovia López (1), de quien siempre aprendemos algo, me encuentro en la necesidad de hacer algunos comentarios con la esperanza de contribuir a iluminar este asunto, dicho sea sin ánimo de enfrentarme a su autor, a quien me une, además del agradecimiento por sus enseñanzas, el interés por desbrozar el camino de la realidad: “Soy amigo de la verdad, pero también soy amigo de Platón”.

1º.- Sus conocimientos jurídicos le permiten exponer doctrina y casi regalarnos una introducción al derecho comparado, pero le impiden “asomarse al exterior”. “Según nuestro Derecho…”, dice. No creo que sea esa la cuestión. Nuestro Derecho dirá lo que decidan nuestros legisladores; de lo que se trata es de saber si la ley puede ser injusta; no digo “no ajustada a derecho”, sino “injusta”. No se trata de hacer un ejercicio de teoría: nuestra historia contemporánea ya ha conocido leyes injustas.

2º.- Afirma que el embrión es un ser humano “únicamente en potencia”. Podría ser, no digo yo que no. Ni que sí: lo que digo es que ése no puede ser el punto de partida. Podrá ser, en todo caso, la conclusión a la que se llega. Pero hay que llegar a ella, no se puede dar por supuesta. Y no veo yo cómo ha llegado a ella D. Luis. Aunque quisiera verlo, porque me liberaría de la desazón que produce pensar que algo de tanta consecuencia podría no estar bien justificado.

3º.- Considera que el papel de los jueces es proteger al menor de la influencia de sus padres, y nos recuerda los casos en lo que se ha sabido de padres que no merecen ese nombre. Es verdad. Pero eso no puede poner a todos bajo sospecha. Al contrario, habíamos quedado en que la inocencia se supone, que es la culpa lo que hay que demostrar. De modo que no puede ser ése el “telón de fondo” sobre el que se levanta la nueva ley.

En definitiva, a mi juicio habría que plantear la cuestión en otros términos:

-¿cuál es el fundamento de la ley? ¿cualquier voluntad, por infundada que esté, puede, por el simple número de los votos, fundamentar un derecho? Para no buscar más cerca, la historia alemana del pasado siglo debería enseñarnos a pesar las opiniones antes que a contarlas.

-¿es el embrión humano un ser humano? Para contestar a esa pregunta antes deberemos ponernos de acuerdo en la respuesta de otra: ¿en qué consiste “ser humano”? Pero, de momento, la respuesta a esta última pregunta no es unánime. Yo estoy seguro de que si le consultásemos a D. Luis sobre si disparar o no disparar contra algo que se mueve tras un arbusto, nos diría que esperásemos hasta asegurarnos de que no se trata de una persona. Creo que el caso que nos ocupa es similar, y resolver la cuestión poniendo el principio de autoridad por encima del principio de razón suficiente no deja de ser inquietante.

-¿ahora lo que se supone es que somos culpables?, ¿lo que hay que demostrar ahora es que somos inocentes? Pues preparémonos, porque vamos a saber lo que es tener unos juzgados cortos de personal y de medios.


(1) http://www.diarioinformacion.com/opinion/2009/06/18/aborto-menores/899730.html

viernes, 5 de junio de 2009

OBAMA EN LA ARCADIA



Sucesor de un presidente que entre el Tigris y el Éufrates se encontró con un infierno, Obama busca ahora el Paraíso en otras tierras, y nos ofrece como modelo “la tradicional tolerancia y libertad religiosa de al-Ándalus”, con lo que viene a recordarnos algo que ya sabíamos: que el hombre más poderoso de la Tierra no está bien informado. Piensa en al-Ándalus como en una Arcadia Feliz en la que los hombres vivían en paz dedicados a las artes y a los placeres sonrientes de la vida, y olvida que, junto a sus muchas e indudables cualidades, la Arcadia Feliz tenía un único inconveniente: no existía. Con la tolerante y libre al-Ándalus nos pasa algo parecido: los propios andalusíes nos dicen que de tolerancia y libertad, nada de nada. Un vistazo atento a los documentos musulmanes de la época nos muestran una sociedad formada por grupos aislados inspiradores de odios recíprocos y bajo un poder opresor.

Si hablamos de libertad religiosa, hay que recordar que la población no musulmana vivía sometida a constante presión: el impuesto de la dimma les compraba cierta autonomía, pero estaban obligados a mostrar sumisión ante cualquier musulmán, a no adelantarlos en el paso, a usar prendas identificativas, a agachar la cabeza ante sus insultos, a no montar a caballo, a no llevar armas… La condena moral llegó hasta el punto de obligar a los cristianos a circuncidarse en los siglos XI y XII, o a deportarlos en masa al norte de África (Málaga y Granada, principios del s. XII), cuando no a exterminarlos directamente (Córdoba, s. IX; Granada, s. XII). En el s. XI se proscribe que lleven atuendo honorable, que se les dé masaje, que se les venda ropa o libros de ciencia, etc. El rechazo a los judíos fue aún mayor, y llegó a reflejarse en las Capitulaciones de rendición, desde las de Zaragoza, de 1118, (“sobre ellos ni sobre sus haciendas se ponga a ningún judío”), hasta las de Santa Fe de Granada, de 1491, (“no se permitirá que los judíos tengan facultad ni mando sobre los moros”).
 
Y ahora vamos con la tolerancia. Un buen ejemplo es Abú Amir Muhammed, Almanzor (s. X), que, una vez adueñado de los resortes del imperio, mandó quemar los libros de la biblioteca de al-Hakam considerados heréticos; nos dice Sha’id al-Andalusi que desde entonces, y hasta el fin de los Omeyas, “los hombres de talento no dejaron de ocultar sus conocimientos y se limitaron a manifestar solamente aquellos relacionados con la ciencias cuyo estudio estaba permitido”. El episodio se repitió con las obras de Ibn Hazm (s. XI) y de Ibn al-Jatib de Granada (s. XIV), sin que tuvieran nada que ver los almorávides ni los almohades, a quienes ahora se adjudica en exclusiva la intolerancia.

Esa intolerancia se reflejaba en la vida diaria. Basta asomarnos a al-Wansarisi o a Ibn ‘Abdun para perder el menor deseo a recrear aquella sociedad: la mujer, de la que nos dicen ahora que disfrutaba de un trato independiente y libre, vivía encerrada y rodeada de prohibiciones: en el mercado, en el cementerio, en la calle: prohibido pasear en barca por el río, prohibido descubrirse, prohibido sentarse a la orilla del río, prohibido lavar la ropa en los huertos,… incluso prohibido usar de coquetería cuando están a solas, y prohibido hacer fiesta aunque tengan permiso para ello. Averroes se lamenta de que “parecen destinadas exclusivamente a dar a luz y a amamantar a los hijos” y de que “su vida trascurre como la de las plantas”. Sobre la poesía y la música caía el baldón de “actividad poco piadosa”, se prohibía fabricar vasos para escanciar vino –parece que la prohibición de beberlo no resultaba efectiva-, así como llevar el pelo largo y jugar al ajedrez o a las damas; se llega a disponer que se persiga a “jóvenes y comerciantes” para que no falten a las horas de oración. Para Serafín Fanjul (1) las prohibiciones sociales incluían "todas aquellas (conductas) que implicaran sentido lúdico, diversión, liberación de rasgos del carácter reprimidos, ruptura de las convenciones vigentes o transgresión en general". No desentona de los criterios generales de la época la pena de muerte para quien injurie al Profeta, pero nos resulta algo más difícil de aceptar la pena de linchamiento por entrar calzado en la mezquita.
 
Rosa María Rodríguez Magda (2) nos recuerda que las mismas biografías de las principales figuras de la cultura andalusí muestran que sus vidas se forjaron en la incomprensión, la marginación y la persecución:

-Ibn Masarra (s. X), acusado de impiedad y herejía, tuvo que exiliarse de Córdoba, y cuando pudo volver vivió una vida semiclandestina.
-Ibn Hazm (s. XI), defensor de la escuela zahirí, fue perseguido, encarcelado y desterrado, confiscándosele los bienes.
-Ibn Rusd (Averroes, s. XII) tras perder la relevancia política de que disfrutó, fue denunciado y recluido, y sus libros fueron quemados.
-Maimónides (s. XII) –judío presentado ahora como símbolo de buena convivencia- fue forzado a aceptar la fe islámica, lo que no evitó que se viera obligado a huir de Córdoba para salvar su vida.

¿Sabe Obama lo que nos propone como modelo? ¿De verdad cree en la Arcadia Feliz? Yo creo que no se ha informado bien, que no era esto lo que quería decir. Se merece que le concedamos un plazo de confianza para rectificar. Yo, personalmente, confío en que lo haga. Porque espero oír una oferta mejor que ésta.

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[1] Serafín Fanjul: La quimera de al-Ándalus. Siglo XXI. Madrid, 2004.
[2] Rosa María Rodríguez Magda: Inexistente al-Ándalus. Nobel. Oviedo, 2008.

martes, 12 de mayo de 2009

VIVA EL AMOR, VIVAN LAS FLORES

Cuando está a punto de legalizarse la venta libre de la píldora del día siguiente me urge la sensación de que no se ha publicado información veraz y completa sobre sus efectos, y creo que hay algunos hechos que deben ser conocidos:

Lo primero que hay que saber es que la píldora del día siguiente es, en síntesis, una pastilla hormonal que multiplica por 20 la dosis de la píldora anticonceptiva habitual, y que, por sus características biológicas, se plantea como un método excepcional, no de uso frecuente.

Respecto a su eficacia, no existen datos médicos objetivos que avalen que con el uso de la contracepción de emergencia se haya reducido el número de embarazos entre sus usuarias, especialmente entre las más jóvenes. La revista British Medical Journal publicó en el año 2000 un estudio en el que se objetivaba una reducción de la posibilidad de embarazo del 80% para un caso particular, pero cuando se compararon las poblaciones estudiadas se observó que las adolescentes que habían utilizado esta píldora el año anterior tenían 1,35 veces más embarazos que las que no habían utilizado ningún método anticonceptivo en ese período (el incremento para las usuarias de preservativo fue de 2,7 veces, el mismo que el de las usuarias de la píldora convencional), y el aborto provocado, siempre comparado con las que no habían utilizado método anticonceptivo alguno durante el año anterior, fue de 3,21 veces para las usuarias de la píldora del día siguiente, y de 4,53 para las usuarias de preservativo o píldora convencional
[1]. Estos datos se han confirmado en estudios posteriores: hace cinco años, Human Reproduction publicó una revisión de los tres primeros años de venta libre de la píldora del día siguiente en Inglaterra: su conclusión es que en ese tiempo su uso ha evitado cada año… ¡5 embarazos por cada 10.000 usuarias![2] Un editorial de British Medical Journal de 2006 reflejaba el hecho de que mientras en 1984 las mujeres que reconocían haber recurrido a la anticoncepción de emergencia suponían el 1% de las que habían solicitado que se les practicase un aborto, en 1996 eran ya el 6% , y en 2002 el 12%[3]. En España empezó a utilizarse la píldora del día siguiente para evitar los embarazos de adolescentes en 2001. Un año y 350.000 recetas de esta píldora más tarde, el número de abortos al año había pasado de 69.587 a 77.125, un 10% más (si nos limitamos al aborto en mujeres jóvenes, pasamos de 7,49 a 8,29 por mil, también un 10% más) (cifras del Ministerio de Sanidad). La razón es evidente para cualquiera: víctimas de una falsa sensación de seguridad, aumentan el número de sus contactos sexuales y se exponen a un embarazo con mayor despreocupación.

En cuanto a los efectos secundarios indeseables, utilizada a lo sumo una vez al año, que es la condición del estudio realizado previamente a su comercialización, estos efectos son, en realidad, leves, aunque objetivos. Incluyen sangrado vaginal, náuseas, dolor abdominal, vómitos, cefalea, dolor mamario y trastornos en la menstruación. Más rara, pero más grave, es la aparición de trombosis venosa, cuyo riesgo se multiplica por 3,4 (por 5,3 si las dosis se repiten)
[4]. Por otro lado, muchas mujeres, especialmente adolescentes, están empezando a utilizarla como un método anticonceptivo más; es decir, no utilizan habitualmente ninguna protección, y si tienen una relación sexual recurren a la contracepción de emergencia. Por ello, no es raro que muchas mujeres utilicen la píldora del día siguiente más de una vez al año; algunas hasta tres o cuatro. Como consecuencia de esta práctica estas mujeres están sometiendo a su organismo a choques hormonales muy fuertes. Su efecto a largo plazo aún no lo podemos determinar, pues no tenemos la experiencia necesaria de una situación en la que mujeres jóvenes se hayan visto sometidas a esta dosis hormonal con una frecuencia no esporádica y con una larga esperanza de vida; habrá que esperar a estudios extensos retrospectivos.
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[1] http://www.bmj.com/cgi/content/full/321/7259/486
[2]http://humrep.oxfordjournals.org/cgi/content/abstract/19/3/553
[3] http://www.bmj.com/cgi/content/full/333/7568/560
[4]http://www.bioeticaweb.com/content/view/100/792/lang,es/

domingo, 10 de mayo de 2009

PRESERVATIVOS Y ÁFRICA: LA REALIDAD

La reciente visita del Papa a Camerún y Angola ha puesto de actualidad la situación del SIDA en África, circunstancia que debemos aprovechar para acercarnos con detenimiento a esa realidad. Y conviene hacerlo teniendo en cuenta, como han recordado algunas voces señaladas, por una parte, los datos objetivos de la ciencia, y, por otra, la propia realidad africana, que podría no ser como la que observamos en nuestro entorno.

Los datos objetivos de la ciencia son los siguientes:
- la FDA, encargada en los Estados Unidos de autorizar la venta de productos sanitarios y de consumo, considera que la calidad de un preservativo es aceptable cuando la permeabilidad no supera 4 por mil.
- el látex no es impermeable al virus del SIDA, lo que ha hecho que en la atención a las heridas de estos enfermos, se haya recomendado a los sanitarios el uso de doble par de guantes (RF Carey).
- hay más transmisión del virus en población de riesgo (drogadictos, homosexuales y prostitutas) con preservativo, que en población normal sin preservativo (N Hearst y SB Hulley).
- los estudios de Salud Pública muestran entre un 10 y un 20% de infecciones entre quienes marcan la casilla “siempre utilizo preservativo”.

De esto no se deduce que el preservativo no sea beneficioso, sino que no es seguro. Pero sí impide entre un 80 y un 90% la probabilidad de infección, que no es poco.

¿Ayudamos a esos países, por tanto, con envíos masivos de preservativos? Esa es otra cuestión, y para responder a esa pregunta tenemos que acudir a la realidad local. John L Allen Jr ha estado allí y la ha conocido. Sus conclusiones pueden parecer sorprendentes: en el Camerún, con una presencia del SIDA que multiplica por diez la española, los preservativos están al alcance de la mano: pueden comprarse en la calle por 25 centavos. Un dato sorprendente: resulta más fácil encontrar preservativos que agua. En qué estado se encuentran esos preservativos ya es harina de otro costal: “Un preservativo en Nueva York no es lo mismo que un preservativo en el interior de la selva. Muchos de ellos permanecen en un contenedor en el puerto, bajo el sol, durante tres o cuatro meses. Cuando, después de un viaje en bicicleta a través de la selva, llegan al consumidor, ya están deteriorados”.

Pues si no les faltan preservativos, sino que las condiciones económicas y geográficas no permiten que lleguen en buenas condiciones, el envío masivo de preservativos quizá no alcance la eficacia que persigue.

Entonces, ¿no hay esperanza para África? Desde luego, usar preservativos deteriorados no es una estrategia esperanzadora, pero hay otras. En Uganda, en 1991, el 15% de la población adulta estaba infectada por el virus del SIDA. El uso masivo de preservativos no les había remediado la situación. Entonces se puso en marcha un plan que promovía, junto al preservativo, la abstinencia sexual y la fidelidad a la pareja. Diez años después el porcentaje había descendido hasta el 5%.

El balance es sencillo: sólo con el preservativo no parece que vaya a controlarse la situación. La estrategia seguida por Uganda, y que están siguiendo otros países como Zambia y Kenia, ofrece alguna esperanza para ese continente. Negarlo no es el mejor testimonio de lealtad a los datos científicos y a la realidad africana.

martes, 7 de abril de 2009

CONDENADO EN ESPAÑA A PRISIÓN PERPETUA

Escribo por la necesidad de dar a conocer la historia de Manuel Pinteño Sánchez. Hoy tiene 51 años y ha pasado en prisión 32 de ellos. No ha matado, no ha violado, no es un terrorista, no es una amenaza para la seguridad de nadie. Cuando tenía 19 años fue condenado por delitos contra la propiedad. Su mayor condena ha sido de 6 años. El resto del tiempo que ha pasado en prisión –incluidos 24 años en celdas de aislamiento- son las condenas por los numerosos intentos de escapar de la prisión. Desde 1977 sólo ha pasado en la calle siete meses, tras protagonizar distintas fugas.


En 2006 se le juzgó por los hechos que tuvieron lugar durante el motín de la prisión de Fontcalent, en Alicante, en 1990 -¡16 años antes!- y se le impuso una condena de 80 años, de los que deberá cumplir 30, que empezarán a contar en 2026, cuando finalicen tres refundiciones de penas de 18 años cada una. No podrá salir de prisión hasta 2056, 79 años después de haber ingresado en ella. No puede haber mejor demostración de la existencia en España de la cadena perpetua, aunque encubierta.


El juez instructor de la causa del motín, don Luis Segovia, asegura que no participó en la muerte del interno que fue asesinado, ni en el secuestro de funcionarios que tuvo lugar allí, y concluye que al asumir el liderazgo de la revuelta evitó que se cometieran más asesinatos y que fueran torturados los funcionarios. Para el magistrado, “se ha secuestrado inconstitucionalmente a un hombre que fuera de la cárcel pudo ser un ciudadano normal”.


Manuel ha denunciado en repetidas ocasiones los abusos que ha conocido en diferentes cárceles españolas. Y cuenta en Internet cómo fue amenazado por miembros del GAL por haberse negado a aceptar el encargo de asesinar en prisión a los etarras Domingo Traibiño y Henri Parot: “Yo no soy un traidor ni un asesino”.


La historia pone la carne de gallina al corazón más endurecido. No somos los españoles reacios a movilizarnos para evitar las desgracias de compatriotas en prisiones extranjeras, y creo que en el caso de Manuel el hecho de estar encerrado en prisiones españolas no debería dejarnos tranquilos.

ADENDUM: Manuel Pinteño ha sido puesto en libertad el 3 de marzo de 2010.

viernes, 6 de febrero de 2009

ELUANA: VIVIR O MORIR

Se trata de una cuestión delicada en la que fácilmente se entremezclan los sentimientos con la razón. Pero dicho esto, y si hemos de considerar una actitud éticamente acertada, hay que contemplar diversos aspectos: los datos que tenemos en la mano son que una mujer se encuentra en coma desde hace una serie de años y su familia pide que se deje de alimentarla y que muera al fin. Sin duda, ver así a tu hija durante años y años, y no ver salida a su estado, acaba con la entereza de cualquiera, máxime si se complica con la aparición de úlceras y otras lesiones derivadas que agravan la situación. Entonces se concibe una salida: dejar de alimentarla para que muera ya.

La opinión pública se desliza con toda facilidad a apoyar la petición de los padres de Eluana, porque no cuesta solidarizarse con los sentimientos de esa familia y no se encuentra una solución más aceptable. Es lo mismo que retirar el respirador a un enfermo paralizado y consumido por la enfermedad, alguien que necesita ese aparato para poder seguir respirando: Eluana necesita recibir alimentos por la sonda para poder seguir viviendo.

¡Ah! Pero no es lo mismo: si respirar por medio de una máquina es una condición que puede parecer desproporcionada, suministrar alimentación a cambio de conservar la vida no parece desproporcionado en absoluto; razonando así no tardarían en desaparecer de la superficie de la Tierra todos los enfermos que, por las más variadas causas, no son capaces de alimentarse por sí mismos, pero a los que la enfermedad propiamente no lleva a la muerte. Entonces, ¿qué ha fallado en nuestra argumentación?

Han fallado varias cosas: en primer lugar, nos hemos acercado con compasión a esos padres, que ven a su hija en ese estado yaciente, en lugar a acercarnos con esa misma compasión a la propia enferma. Parece lo mismo, pero no lo es, porque cuando consideramos el dolor de una familia que sufre por su hija, la compasión nos mueve a suprimir la causa del sufrimiento: su hija; pero si consideramos con compasión a Eluana lo que procuraremos es aliviarle o evitarle sufrimientos en la medida que nuestros conocimientos y nuestra técnica nos lo permitan. Y entonces se pone de relieve una cuestión que no habíamos considerado: que hay dos formas de acabar con una enfermedad: vencer a la enfermedad o acabar con el enfermo. Pero no son equivalentes: una de ellas es éticamente aceptable, la otra, éticamente inaceptable. En el fondo, lo que subyace es una antropología que cataloga las vidas humanas en “dignas” e “indignas”, y nos olvidamos de que nadie es indigno de vivir: ni siquiera los terroristas, como reconoce nuestra legislación. Pero sí hay personas viviendo en condiciones indignas. Y lo que hay que hacer entonces es corregir, o aliviar, esas condiciones: que no siempre sea posible no autoriza a afirmar que, en vista de eso, ya no son dignos de vivir.

Con todo esto no quiero decir que no haya nada que hacer: ya se habrá entendido que hay que curar a Eluana: de su enfermedad principal, si es posible, y de las complicaciones que vayan surgiendo. Y habría que añadir que no se debe dejar sola a la familia en esta situación, que el deber del Estado es atender las necesidades de sus ciudadanos y actuar subsidiariamente cuando así se requiera. Pero en ningún caso puede afirmarse una contradicción: la compasión no quita la vida, sino que la cuida hasta su final.

lunes, 12 de enero de 2009

UNA APROXIMACIÓN A LA FAMILIA. Respuesta a José Asensi Sabater (1)

Se difumina el concepto de familia, se extiende la confusión. Ante la diversidad de versiones de la familia parece atractiva la idea de analizarla “hacia atrás”, desde el presente, para descubrir en qué consiste. Pero pensar hacia atrás nunca es buena idea, porque plantea las cosas al revés, y cuando planteamos las cosas al revés podemos estar seguros de que alcanzaremos una conclusión equivocada. Me gustaría intentar la actitud contraria: empezar por las premisas y ver adonde me lleva la conclusión.

Para empezar, acudiré a los datos de la naturaleza, que me permitirán saber “hacia dónde cae” eso que llamamos familia. Uno de los hechos incontrovertibles de la evolución de las especies es que en el caso de la especie humana ha tomado la dirección de mayor inmadurez en el momento del nacimiento, y de eliminación de los instintos, todo lo cual obliga a un período de aprendizaje en los primeros años de vida, lo que a su vez exige una estrecha y prolongada convivencia del niño con sus padres, que cooperan en la educación de los hijos y en la supervivencia de la familia.

De modo que si algo podemos afirmar es que la familia trae su origen de la propia naturaleza humana. El hecho de que a lo largo de la historia aparezca modulada por factores culturales no debe hacernos perder de vista que su origen último nunca puede reducirse a hechos culturales. Y es verdad que aparece modulada de diversas maneras y en diferente grado, pero en todos los modelos de familia encontramos algunos puntos invariables que pueden tener algún interés para nuestro propósito: para empezar, se forja, como hemos visto, a partir de la unión de un hombre y una mujer, ambos con un carácter mutuamente complementario, y con la posibilidad de establecer una relación estable entre ellos. Esa relación se hace pública ante la sociedad, pero la sociedad hace algo más que aceptarla: reconoce en esa relación la fuente de nuevos ciudadanos y su importancia en la primera formación de los mismos; es decir, la sociedad reconoce en la familia su propio origen.

Esto es lo que históricamente ha venido siendo una familia, y es lo que nos encontramos en las manos cuando intentamos la comprensión de las nuevas formas sobrevenidas. Intentemos ahora responder a algunos puntos más detenidamente.

Se ha hecho notar el papel indudablemente práctico que desempeña la familia, y se ha utilizado como argumento para combatir el concepto de “familia natural”. Pero este planteamiento da a entender que la naturaleza debería agotarse en la producción de formas inútiles, exactamente lo contrario de lo que nos enseña el propio Darwin: que perdura lo que resulta ventajoso.

¿Introduce el amor un elemento de inestabilidad en la familia? Aquí habría que decir dos cosas: la primera es que el amor no es tanto un sentimiento como un movimiento de la voluntad, que cuando yo amo a alguien sólo secundariamente experimento un sentimiento; lo primario es mi determinación a permanecer junto a esa persona y hacer mías sus necesidades y proyectos; más exactamente, a hacer que esa persona pase a formar parte de mi proyecto. Y si es cuestión de voluntad, su constancia no depende ya de la veleidad de un sentimiento, sino de algo más profundo. Lo segundo que hay que decir es que, como todo lo humano, la determinación de la voluntad admite grados y no está clausurada: permanentemente debe confirmarse y afianzarse en mi proyecto de vida. De modo que si observamos inseguridad en la familia no es porque intervenga el amor, sino porque interviene el hombre, que no está nunca “dado”, que es una realidad “viniente”. Eso es lo que le da consistencia humana y valor tanto a las relaciones familiares como a cualquier relación personal que establezcamos. No hay que temer, porque si el amor es asunto de la voluntad, entonces podemos estar tranquilos: estamos en nuestras propias manos.

En cuanto a la diversidad actual de modelos, eso no indica más que la extraordinaria vitalidad de la familia incluso en sus formas deficitarias o parciales. Porque es verdad que una familia mermada sigue siendo una familia. Pero es verdad que está mermada. Su forma plena puede ser infrecuente, incluso puede no darse en nuestra realidad inmediata, pero no por eso deja de ser su forma plena. Podría, en todo caso, argüirse que la plenitud es un grado difícil de alcanzar y de sostener, pero ¿hay alguien tan ignorante de la condición humana que se sorprenda por eso?

¿Está a la vista que la familia natural no puede erigirse como patrón jurídico? Esa es una cuestión algo más peliaguda, y lo es por un motivo que ha generando cierto debate últimamente: ¿cuál es la fuente del derecho? Podemos responder que la propia legislación positiva, de modo que sería derecho todo aquello que reconozca la ley como tal. Sería el caso del derecho a perseguir judíos, o palestinos. Y podemos pensar que la ley positiva se limita a reconocer un hecho anterior que fundamenta ese derecho. En el caso que nos ocupa bien puede pensarse que la figura de la familia recibe un trato especial en materia sanitaria, fiscal, de pensiones, etc, en virtud de su ya mencionado papel, único e irrenunciable, como motor del recambio generacional. Papel, por cierto, que algunas formas "familiares" recientemente diseñadas por nuestros legisladores no cumplen ni siquiera en sentido analógico remoto.

(1)
"La familia al natural", Diario Información, 1 de enero de 2009.