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martes, 4 de junio de 2013

PRESIONES SOBRE BEATRIZ



Beatriz tiene un hijo de 18 meses y otro en camino. Que está embarazada, quiero decir: en camino estamos todos. Tiene, además, una enfermedad crónica, lupus eritematoso, pero eso no ha impedido un nuevo embarazo. En realidad, el lupus ya estaba ahí cuando quedó embarazada de su hijo mayor. No es un impedimento grave. De hecho, la gestación supone cambios en el cuerpo de la madre que alivian los síntomas directos del lupus. Es verdad que, en evoluciones largas, pueden sobrevenir complicaciones que requieran más cuidadosa atención durante el embarazo, pero no parece ser ése el caso de Beatriz, que ha alcanzado la semana 27ª sin graves dificultades. Como, por otra parte, era de esperar, dado que su anterior embarazo es tan reciente que no ha dado tiempo a la aparición de complicaciones por cronicidad. 

Pero algunas voces se han apresurado a advertir sobre el peligro que corre la vida de Beatriz, y todos nos sentimos conmovidos por la situación de esta joven mujer que se expone a una muerte cierta si no desiste de llevar adelante su embarazo. Y Beatriz, la primera. Ella no sabe medicina, ella sólo sabe lo que le dicen: que, si no aborta, morirá. No quiere abortar, pero no quiere morir. No quiere morir, pero no quiere abortar. ¿Cómo escapará de ese nudo? 

Conviene separarnos un poco para tener algo de perspectiva, para poder ver las cosas mejor, y en su totalidad. Lo que contemplamos entonces es lo siguiente: Beatriz ha alcanzado la semana 27ª: su hijo es viable, puede nacer con garantías y comenzar su vida extrauterina. No en otro país, no con otras condiciones sanitarias: es viable allí, en El Salvador, donde está ahora Beatriz. De hecho, su hijo mayor nació tras 26 semanas de gestación: una menos. Por lo tanto, no se trata de ficción o de un deseo: es un dato objetivo. 

Es verdad que hay otro dato objetivo: el niño que crece dentro de ella está enfermo. Y morirá sin remedio. Como yo, como todos. Pero él, quizá antes que todos nosotros. Beatriz siente a su hijo crecer y moverse dentro de ella. No quiere que muera. Morirá, pero Beatriz no quiere que muera. Morirá “superiormente a ella”. ¿Qué haría cualquier madre, cualquiera de nosotros, si supiésemos que alguien a quien queremos morirá en poco tiempo? ¿Aceleraríamos el tránsito? ¿No lo cuidaríamos con mimo y procuraríamos aprovechar el tiempo que quede, bebernos cada minuto? 

El amor consiste en eso –el amor consiste también en eso-: entre matar despedazando –o quemando con solución salina- y cuidar atendiendo a su bienestar y a su dignidad hasta que sobrevenga la muerte, no se plantea la duda. 

Entonces, ¿por qué ha estado Beatriz en esa alternativa? Si el embarazo complicaba su porvenir, el parto era una salida sin riesgos para ninguno de los dos implicados, ¿por qué se ha peleado para que, en vez de eso, consienta en abortar? ¿Alguien creía en serio que un parto bien atendido, o, llegado el caso, una cesárea, suponía para Beatriz más riesgos que los que implica un aborto, especialmente dadas sus condiciones de salud?  ¿Hemos estado hablando, de verdad, de lo que sería mejor para Beatriz? ¿Por qué el grupo de abogados que presentó la solicitud afirmaba que estaba “en riesgo de muerte inminente”? ¿Ignoraban esos abogados que tal riesgo no existía? Porque, en ese caso, no podemos fiarnos de lo que nos digan. ¿O no lo ignoraban, sino que fingieron ignorarlo? Porque, entonces, menos todavía podemos fiarnos de lo que nos digan. 

En esto ha quedado la historia de Beatriz, una historia que ha dado la vuelta al mundo como bandera del movimiento abortista antes de comprobarse que todo era una farsa, un bluf, una falsificación. Pero, también, una historia para recordar. Cervantes llamaba a la historia “testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir”. 

Pues eso.

miércoles, 22 de junio de 2011

¿CUÁNDO CONSULTAR AL MÉDICO?


Acabamos de celebrar el Día Europeo del Melanoma, el cáncer de piel más agresivo y el tumor maligno más fácilmente detectable. Su incidencia se ha multiplicado por cuatro en los últimos 10 años, aunque su mortalidad no ha crecido a ese ritmo, en gran medida debido a los programas de divulgación entre la población general. La importancia de los hábitos protectores es decisiva, y eso tenemos que recordarlo también en invierno, porque la luz del sol es la misma todo el año.


Pero yo quiero ahora subrayar algunos aspectos del melanoma que ayudarían a reducir su mortalidad. Está bien -es vital- que nuestra forma de vida no nos exponga a un riesgo aumentado por desprotección frente la luz del sol, pero es también importante la detección precoz, y eso está mal entendido: en muchas ocasiones dejamos de prestar atención a nuestras manchas –todos tenemos muchas, se considera que una persona normal tiene hasta 20 manchas en su piel- y, así, se pasan por alto los signos de alarma, que podrían hacer que la intervención del médico fuera sencilla y suficiente. Y en otros muchos casos los programas de divulgación sólo consiguen sembrar el miedo indiscriminado, lo que es también fuente de problemas.


En este caso la virtud sí está en el medio: se trata de dar importancia a lo importante y de no dársela a lo que no lo es, y para eso la prevención debe incluir la enseñanza de los criterios que deben llevar a consultar al médico por una mancha, y a distinguirlas de las otras manchas que no deben preocuparnos. Y esos criterios, tantas veces repetidos, son muy sencillos de recordar:


A-B-C-D-E.


Asimetría: una mancha benigna suele tener forma simétrica; si es asimétrica puede tratarse de un melanoma: vaya al médico.


Bordes: los bordes de una mancha benigna suelen ser lisos, regulares; si es de contorno irregular puede tratarse de un melanoma: vaya al médico.


Color: el color de una mancha benigna suele ser homogéneo, similar en toda su superficie; si presenta áreas de diferente tonalidad puede tratarse de un melanoma: vaya al médico.


Diámetro: una mancha benigna no suele medir más de 6 mm. de diámetro; si es más grande puede tratarse de un melanoma: vaya al médico.


Evolución: una mancha benigna no suele experimentar cambios; si la mancha ha cambiado de aspecto, o ha aparecido de nuevo, puede tratarse de un melanoma: vaya al médico.


Otra regla fácil de recordar: el patito feo. Acabamos de recordar que todas las personas tenemos numerosas manchas en la piel. Todas ellas son “hermanas”: la misma forma, el mismo color, el mismo aspecto general. Cuando aparece una que es diferente a las demás –más grande, más abultada, más coloreada, más abigarrada, o que pica, escuece,…en fin, una mancha más llamativa, lo que se dice “un patito feo”, puede tratarse de un melanoma: vaya al médico.








miércoles, 22 de septiembre de 2010

OBAMA, DEJA YA DE JODER CON LA PELOTA

Los líderes mundiales se reúnen estos días en la sede central de la ONU para revisar los Objetivos de Desarrollo del Milenio para 2015 que fueron acordados hace diez años. Incluyen diversas facetas, desde la erradicación del hambre hasta la creación de una asociación mundial para el desarrollo. Y como es natural, unos son más asequibles que otros. Está claro que el hambre no se va a borrar de la tierra en este tiempo, pero mejorar la salud de la población mundial debería ser más fácil.

Pues tampoco. Pese a que Mark Malloch Brown, Jefe de Gabinete del entonces Secretario General, Kofi Annan, manifestó en 2005 que no se podía considerar el aborto como parte de la salud reproductiva, la Secretaria de Estado de Obama, la señora Clinton, ha dicho ahora que considera que el aborto es una parte de la salud materna (no se ha atrevido a considerarlo un instrumento para reducir la mortalidad infantil, todavía). Y como el aborto es algo prohibido o restringido por la ley en 125 de los 192 estados miembros de la ONU, esas imprudentes manifestaciones comprometen ahora la concesión de los fondos requeridos. El Primer ministro del Canadá, Stephen Harper, ha expresado el parecer de muchos otros dirigentes: "Queremos asegurarnos de que nuestros fondos se utilizan para salvar las vidas de mujeres y niños y no para dividir a la población canadiense".

El aborto es, por definición, mortalidad infantil, y se dirige directamente contra el Cuarto Objetivo: “reducir en dos terceras partes la mortalidad de niños menores de cinco años”. Se requieren para ello muchas actuaciones: no sólo prevención y tratamiento de las enfermedades, sino, principalmente, mayor acceso de la población (de los niños y de sus madres) a alimentos, a agua potable, a vacunaciones, a tratamientos de rehidratación, a antibióticos,…en fin, a cuidados elementales de la salud antes y después del nacimiento: la salud del niño comienza en el útero.

Podría haber alguien con una resistencia tal a contemplar el mundo con sus propios ojos que haya llegado a creer que matando fetos se salvan vidas infantiles. Pero es más sorprendente que se pueda creer en la contribución del aborto a la salud de la mujer, que es justamente el Quinto Objetivo del Milenio, “reducir en tres cuartas partes la mortalidad materna”. No acierto a comprender cómo ha llegado a esa conclusión la Secretaria de Estado de Obama, a la que debemos suponer acceso a información documentada y contrastada. Porque se sabe desde hace mucho tiempo que las vidas de las mujeres de las regiones más desfavorecidas del planeta se salvan con asistencia especializada durante el parto, con tratamientos para detener las hemorragias, con acceso a transfusiones seguras y a antibióticos,… es decir, precisamente combatiendo situaciones que se multiplican a consecuencia del aborto.

Da la impresión de que la señora Clinton se deja llevar por consignas ideológicas ajenas a la realidad. No hay nada más peligroso cuando se trata de políticos con poder, como es el caso. Y habrá que hacer algo, porque contaminar el progreso con el aborto acaba haciendo que nos quedemos sin progreso, como dan a entender las palabras del Primer Ministro canadiense.

No, no hay que meter el aborto en estas lides. Lo que hay que hacer es decirle a Obama y a su Secretaria de Estado que el objetivo de esta Cumbre debería ser que el mundo esté libre de aborto, no aborto libre para todo el mundo.