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martes, 14 de junio de 2022

MISA BLANCA, HIPÓCRATES Y EL REGISTRO DE OBJETORES

Por razones que sí puedo entender, no he encontrado en la prensa local referencias a la “misa blanca” que celebró el pasado domingo nuestro obispo en la Concatedral de San Nicolás. Se reunieron allí representantes del mundo sanitario, y fieles en general, convocados por el obispo Munilla para dar testimonio público de su fe y de defensa de la vida. Es importante hacerse ver, porque corremos el peligro de creer que lo que no se hace público, lo que no hace “acto de presencia”, simplemente no existe. En la misa blanca del domingo ha hecho acto de presencia una representación de esos sanitarios cuyo trabajo se desarrolla en silencio pero que procuran ser testigos de su fe también en su ambiente de trabajo. 

 Habló Munilla allí de los “pecados de época”, aquellos para los que la sociedad de una época concreta permanece ciega: los espectáculos de gladiadores, la esclavitud, los duelos,… Nuestra sociedad permanece hoy ciega para el aborto y la eutanasia, las formas actuales de desprecio de la vida humana. Él, en su papel, habló de aquello de “lo que hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños a mí me lo hicisteis”, “estuve desnudo y no me vestísteis”, despedazado en el vientre de mi madre, y mirásteis para otro lado. 

 Yo quiero reparar en otro aspecto, derivado del célebre y ya manido “Juramento Hipocrático”, realizado al terminar los estudios de Medicina, y que en su forma tradicional dice así: 

Juro por Apolo médico, por Asclepio, Higía y Panacea, por todos los dioses y todas las diosas del Olimpo, tomándolos como testigos, cumplir fielmente, según mi leal saber y entender, este juramento y compromiso:

Veneraré a quien me enseñó este arte como a mi padre, compartiré con él mis bienes y lo asistiré en sus necesidades; consideraré a sus hijos como hermanos míos, les enseñaré este arte gratuitamente si ellos quieren aprenderlo; comunicaré los preceptos vulgares y las enseñanzas secretas y todo lo demás de la doctrina a mis hijos y a los hijos de mis maestros, y a todos los alumnos comprometidos que hayan prestado este juramento, pero a nadie más.

En cuanto pueda y sepa, usaré las reglas dietéticas en provecho de los enfermos y apartaré de ellos todo daño e injusticia.

Jamás daré a nadie medicamento mortal, aunque me soliciten, ni tomaré iniciativa alguna de este tipo; tampoco administraré abortivo a mujer alguna. Por el contrario, viviré y practicaré mi arte de forma santa y pura.

No tallaré cálculos sino que dejaré esto a los cirujanos especialistas.

En cualquier casa que entre, lo haré para bien de los enfermos, apartándome de toda injusticia voluntaria y de toda corrupción, principalmente de toda relación vergonzosa con mujeres y muchachos, ya sean libres o esclavos.

Todo lo que vea y oiga en el ejercicio de mi profesión, y todo lo que supiere acerca de la vida de alguien, si es cosa que no debe ser divulgada, lo callaré y lo guardaré con secreto inviolable.

Si cumplo este juramento íntegramente, viva yo feliz y recoja los frutos de mi arte y sea honrado por todos los hombres y por la más remota posterioridad, y si soy transgresor y perjuro, sucédame lo contrario. 

 Existe una versión actualizada aprobada por la Asociación Médica Mundial y adoptada en Chicago en 2017 en la que han desaparecido las referencias a los dioses olímpicos y se resiente de una redacción quizás algo escueta, pero permanecen los criterios generales de atención y beneficio del enfermo. También se afirma el máximo respeto a la vida humana, el rechazo a violar los derechos de la persona y la promoción de “el honor y las nobles tradiciones de la profesión médica”, que son, precisamente, las mencionadas en el juramento hipocrático tradicional. 

  El Juramento resume lo que en la larga historia de la Medicina Occidental –pero también en otros lugares, el Juramento es en realidad patrimonio de toda la humanidad- se juzga como “buena práctica” médica, hasta el punto de que el bastón de Esculapio ("Asclepio" en el texto del Juramento) domina el emblema de la Organización Mundial de la Salud. Todos los profesionales de la salud, desde su puesto de trabajo en cualquier lugar del mundo, se esfuerzan por ejercer su arte con la buena práctica a que se comprometieron con ese juramento. Todos. Hasta que se demuestre lo contrario. Pero hay que demostrarlo, no puede darse por sentado. No puede partirse de la base de que todos están dispuestos a promover la muerte de sus pacientes “aunque se lo soliciten”, no puede partirse de la base de que todos hacen “mala práctica”. Todos se han comprometido a no dar jamás a nadie medicamento mortal, aunque se soliciten, ni tomar iniciativa alguna de este tipo, y a no administrar tampoco abortivo a mujer alguna. Literalmente. Luego, cada uno hará de su capa un sayo, pero lo que se presupone es la inocencia: sólo podemos creer que estarán dispuestos a secundar esas leyes aquellos profesionales que expresamente lo hagan constar. Ése es el registro que tiene que elaborar el César. 

 Cualquier pretensión de elaborar un registro de objetores de conciencia a esa ley es un insulto a todos los profesionales.


jueves, 16 de diciembre de 2021

BENDITO EL QUE VIENE EN NOMBRE DEL SEÑOR

Desde que se conoció, hace una semana, el nombramiento de monseñor José Ignacio Munilla como nuevo obispo de Alicante, han menudeado las opiniones que expresan su disgusto con esa designación. Abundan en la red las críticas a nuestro nuevo obispo, la opinión publicada es unánimemente contraria, y uno se pregunta si es que el Papa no está bien informado sobre la figura de este prelado.

Para la mayoría de los españoles, su nombre se hizo familiar cuando fue nombrado por Benedicto XVI obispo de San Sebastián. La diócesis sufría entonces el terrorismo de ETA y la hegemonía del nacionalismo en buena parte del clero, razón por la que Munilla había optado por formarse en seminarios de otras diócesis. Eso fue, en su momento, factor importante en la antipatía que despertaba entre el pueblo del que acababa de ser nombrado pastor. Todavía colea todo aquello, y algunas firmas que vemos hoy en la prensa dedicadas a denostarlo son las mismas que entonces manifestaron públicamente su rechazo. Como dijo él mismo en San Sebastián, en 2009, durante la ceremonia de toma de posesión, “nunca una hormiga había levantado tanta polvareda”.

Munilla entonces, igual que cuando fue nombrado párroco de Zumárraga -en plena zona “abertzale”- aceptó con obediencia el encargo recibido, y manifestó reiteradamente con obras su disposición a ser pastor de todos, a escuchar y abrazar todas las corrientes en un proyecto común superador de las diferencias. Y se puede decir que, en buena parte, lo ha conseguido. Doce años después de su llegada, la realidad eclesial de la diócesis ha cambiado notablemente. Algunos de los que fueron sus críticos más enfrentados forman hoy parte de su equipo de gobierno y son cercanos colaboradores suyos, todo ello fruto de su empeño en tender la mano una y otra vez en busca de la unidad, a pesar de las calumnias. Regresaron a la diócesis numerosos sacerdotes a los que había expulsado la realidad social y eclesial vivida hasta entonces, y ha aumentado el número de sacerdotes jóvenes. Y ha aumentado también el número de adultos que piden el Bautismo o la Confirmación.

Las órdenes religiosas, como en el resto de España -y de Europa- sufren la precariedad de vocaciones, pero han llegado a Guipúzcoa órdenes nuevas: las carmelitas samaritanas, las MM Brígidas, las hermanas de María Stella Matutina, los jóvenes monjes de Verbum Spei... En el ámbito de la familia, ha potenciado el Centro de Orientación Familiar e impulsado el Proyecto Amor Conyugal, para matrimonios. Ha inaugurado una Capilla de Adoración Perpetua -en la que está inscrito, durante dos horas de la madrugada, como un adorador más- y es un experimentado promotor de las nuevas técnicas de comunicación en las tareas de la Nueva Evangelización, desde sus tiempos de párroco en Zumárraga, cuando comenzó su colaboración con las emisiones de Radio María; actualmente, los videos de sus conferencias y meditaciones están en Youtube y llegan a todo el mundo.

Uno de sus colaboradores ha dicho de él: “Se le ha podido ver comiendo con los transeúntes en el albergue, tirando del carro de enfermos en Lourdes, festejando con los sacerdotes jubilados en la residencia sacerdotal, limpiando platos en los campamentos de niños, afrontando temas graves ante la prensa, celebrando en residencias de ancianos, visitando todos y cada uno de los monasterios y órdenes religiosas, debatiendo con jóvenes en la calle, aguantando chaparrones verbales, disfrutando de un coloquio con los seminaristas, rezando de rodillas ante el sagrario, acompañando a familias en el tanatorio o visitando enfermos en el hospital…. Y siempre con una palabra que busca atraer almas a Dios y entregar su misericordia. Puedes estar de acuerdo o no con él, aceptar que no es perfecto y que tiene defectos, pero no puedes negar que su lema 'en ti confío' le ha acompañado estos doce años y que se ha gastado y desgastado en su labor pastoral. Con traje o cazadora, chapela o pasamontañas, siempre abrazando la cruz y sin perder la alegría”

 En su nombramiento para la sede de Alicante se ha querido ver un intento de frustrar su aspiración a la sede de Pamplona. No he encontrado ningún rastro de esa presunta aspiración al Arzobispado, sólo el mismo acatamiento humilde que mostró en su nombramiento para Zumárraga, para la sede de Palencia y para la de San Sebastián, siempre dispuesto a servir al pueblo de Dios allí donde sea enviado. Siempre la obediencia a la Voluntad de Dios y el servicio a su pueblo.

Ahora se levantan voces solicitando que no sea recibido por los representantes del pueblo al que viene a servir. Como en Guipúzcoa, sólo se oyen voces discrepantes. Pero en su toma de posesión de 2009, entre el rechazo de los disidentes, se encontró con el templo abarrotado y el cariño de los guipuzcoanos que le tributaron más de diez minutos de aplausos. El próximo mes de febrero será nuestro momento. Bendito el que viene en nombre del Señor.