martes, 28 de junio de 2011

ESPIRITUAL, PERO NO RELIGIOSO



A propósito de la celebración del Corpus Christi en Toledo el pasado jueves, día 23, ha vuelto a cobrar actualidad la cuestión de la religión y su vinculación con normas de comportamiento, que se han tachado de excluyentes: “la exclusión no es de estos tiempos”. Es lo mismo que piensa Lady Gaga, que ha sido educada en la fe católica, y que a la pregunta de un periodista sobre si creía “en el Dios católico o en algo más espiritual” optaba por "algo más espiritual", por “no excluir a nadie”.
Son éstos, efectivamente, tiempos poco proclives a la exclusión de nadie, tiempos en los que triunfa la tolerancia indiferenciada. Así que se rechaza la idea de religión, que resulta antipática y dura, y se sustituye por algo más dulce, más tierno: la espiritualidad. “Espiritual, pero no religioso” es el lema de nuestra época.
Lo más que esa espiritualidad está dispuesta a aceptar es la existencia de un dios tenue y encantador que no nos compromete a nada, un “dios espiritual” de tolerancia universal, que nos acepta indiferentemente y que no pone objeciones a nadie, lo que resulta muy atractivo para muchos. Pero se nos olvida que sólo se puede tolerar el mal: al bien no se le tolera, al bien se le busca y se le abraza. Por eso, un dios de tolerancia universal no objeta nada tampoco a los ladrones, ni a los adúlteros, ni a los corruptos, ni a los torturadores, lo que no resulta atractivo para nadie.
De modo que “no excluir” no es ventajoso en absoluto, y antes de pronunciarnos sobre la expresión “espiritual, pero no religioso” debemos preguntarnos qué es ser “espiritual” y qué es ser “religioso”.
Hace algunos años, en un estudio universitario sobre la práctica religiosa, se definió lo espiritual como “el desarrollo de la autocomprensión, la preocupación por los demás, la transformación en alguien más cosmopolita y la aceptación de otros que pertenecen a confesiones distintas”: es decir; se llamó “espiritual” a aquellas actitudes de las que eran partidarios. Y, claro está, una gran mayoría resultó partidaria de “lo espiritual”.
Pero la verdad es que para expresar todas esas cosas ya tenemos otras palabras más adecuadas: justicia, humildad, comprensión, generosidad, filantropía, apertura al otro, disponibilidad, entrega, bondad, amor,… Si no queremos sacar a las palabras de su quicio, “espiritual” debe hacer referencia a un espíritu: un espíritu que nos ama y nos enseña, que nos propone un ideal que debemos alcanzar y que nos ayuda a alcanzarlo. Desde el momento en que reconozco la realidad de ese espíritu que orienta mi existencia, me siento ligado a él y estoy atento a lo que espera de mí, desde ese momento tengo una religión y prefiero unas normas de comportamiento.
Una espiritualidad desligada de toda religión, como la del estudio universitario al que me he referido antes, no es espiritualidad, sino otra cosa: lo que David Mills ha llamado “materialismo con esmoquin”. Pero, al fin y al cabo, tiene cierta consistencia. La alternativa que nos ofrece Lady Gaga no es más que la huida hacia un mundo irreal de angelitos y nubecillas vaporosas en el que podemos dar rienda suelta a nuestros deseos de que viva el amor y vivan las flores, con la tranquilidad de que no nos comprometemos a nada, de que no va a cambiar nuestra vida en absoluto, porque es una espiritualidad que resulta equivalente a no tener espiritualidad alguna.

miércoles, 22 de junio de 2011

¿CUÁNDO CONSULTAR AL MÉDICO?


Acabamos de celebrar el Día Europeo del Melanoma, el cáncer de piel más agresivo y el tumor maligno más fácilmente detectable. Su incidencia se ha multiplicado por cuatro en los últimos 10 años, aunque su mortalidad no ha crecido a ese ritmo, en gran medida debido a los programas de divulgación entre la población general. La importancia de los hábitos protectores es decisiva, y eso tenemos que recordarlo también en invierno, porque la luz del sol es la misma todo el año.


Pero yo quiero ahora subrayar algunos aspectos del melanoma que ayudarían a reducir su mortalidad. Está bien -es vital- que nuestra forma de vida no nos exponga a un riesgo aumentado por desprotección frente la luz del sol, pero es también importante la detección precoz, y eso está mal entendido: en muchas ocasiones dejamos de prestar atención a nuestras manchas –todos tenemos muchas, se considera que una persona normal tiene hasta 20 manchas en su piel- y, así, se pasan por alto los signos de alarma, que podrían hacer que la intervención del médico fuera sencilla y suficiente. Y en otros muchos casos los programas de divulgación sólo consiguen sembrar el miedo indiscriminado, lo que es también fuente de problemas.


En este caso la virtud sí está en el medio: se trata de dar importancia a lo importante y de no dársela a lo que no lo es, y para eso la prevención debe incluir la enseñanza de los criterios que deben llevar a consultar al médico por una mancha, y a distinguirlas de las otras manchas que no deben preocuparnos. Y esos criterios, tantas veces repetidos, son muy sencillos de recordar:


A-B-C-D-E.


Asimetría: una mancha benigna suele tener forma simétrica; si es asimétrica puede tratarse de un melanoma: vaya al médico.


Bordes: los bordes de una mancha benigna suelen ser lisos, regulares; si es de contorno irregular puede tratarse de un melanoma: vaya al médico.


Color: el color de una mancha benigna suele ser homogéneo, similar en toda su superficie; si presenta áreas de diferente tonalidad puede tratarse de un melanoma: vaya al médico.


Diámetro: una mancha benigna no suele medir más de 6 mm. de diámetro; si es más grande puede tratarse de un melanoma: vaya al médico.


Evolución: una mancha benigna no suele experimentar cambios; si la mancha ha cambiado de aspecto, o ha aparecido de nuevo, puede tratarse de un melanoma: vaya al médico.


Otra regla fácil de recordar: el patito feo. Acabamos de recordar que todas las personas tenemos numerosas manchas en la piel. Todas ellas son “hermanas”: la misma forma, el mismo color, el mismo aspecto general. Cuando aparece una que es diferente a las demás –más grande, más abultada, más coloreada, más abigarrada, o que pica, escuece,…en fin, una mancha más llamativa, lo que se dice “un patito feo”, puede tratarse de un melanoma: vaya al médico.