Con periódica insistencia oímos
reclamar que se acabe con "los privilegios de la Iglesia" y se la
obligue a pagar el IBI de sus edificios. A estas alturas no voy a explicar a
sus promotores que un Ayuntamiento no puede dictar normas contra otra de rango superior, de modo que
voy a limitarme a dar algunos datos para situar la cuestión, para saber “hacia
dónde cae” esto de la Iglesia y la exención del IBI.
Cuando se habla de privilegio se
está hablando de una "ventaja exclusiva que goza alguien por concesión de un
superior" (DRAE). En este caso se señala al Acuerdo sobre Asuntos Económicos
alcanzado con la Santa Sede en 1979. No se quiere mirar a la Federación de
Entidades Religiosas Evangélicas, o a la Comisión de Comunidades Israelitas, o a la Comisión Islámica, con las que el Estado llegó en 1992 a acuerdos
semejantes. "Hombre –dicen- es que su presencia es apenas testimonial, y
no supone una gran cosa". No: denunciar esos acuerdos con la Iglesia Católica y no con el resto de entidades
mencionadas es claramente discriminatorio por razón de religión, y eso sí está
expresamente prohibido por nuestra Constitución.
Y, sobre todo, es que, a estas alturas,
esos acuerdos han quedado ampliamente rebasados por la Ley de Mecenazgo de
2002, que exime de pagar el IBI a una serie tan larga de entidades que
difícilmente puede nadie seguir hablando de privilegio: afecta, además de a los
inmuebles destinados a uso religioso, a
los servicios públicos, a los edificios de gobiernos extranjeros, a ONGs, y a edificios pertenecientes al patrimonio
histórico-artístico -donde, qué casualidad, encontramos infinidad de
edificios de la Iglesia -, a entidades varias de fines no lucrativos,...
Es decir, que, a la vista de lo
que hay, el privilegio es pagar el IBI: son legión los que no lo pagan:
sinagogas, mezquitas, comisarías, cuarteles, cárceles, juzgados, hospitales,
centros de salud, colegios públicos y concertados, embajadas, la RENFE, FEVE,
la multitud de castillos y palacios que hay en España, la SGAE, la Cruz
Roja,...
"Hombre, es que en épocas de
crisis nuestros Ayuntamientos necesitan fondos, y todos tienen que arrimar el
hombro". Perfectamente, y la Iglesia no necesita que se lo recuerden. Como
tampoco lo necesitan los propios Ayuntamientos, que constantemente remiten a
Cáritas Parroquial a las personas que acuden a ellos solicitando ayuda. Pero si
todos tienen que arrimar el hombro, ¿cuánto les cobra Carmena a la embajada de
los Estados Unidos, o de Rusia; o de Cuba o Venezuela, pongo por caso? ¿Con
cuánto contribuyen a paliar los efectos de la crisis los titulares del Castillo
de la Mota, o del Palacio Real?
¿Es la crisis fruto de la mala
administración de la Iglesia? Pioz, en Guadalajara, tardará 7058 años en pagar
sus deudas; ¿será culpa de su párroco? Peleas de Abajo, en Zamora, tiene 240
habitantes y debe 4,6 millones de euros; ¿porque la iglesia parroquial no paga
IBI? ¿No tendrá nada que ver alguno de tantos personajes que adornan las listas de beneficiarios de esa colección de dietas, tablets, móviles, asistentes, pensiones vitalicias,
etc, todo con cargo a los Presupuestos Generales?
Recuerdo las inspiradas
declaraciones del coordinador general de IU, Cayo Lara : "Que la fe se la pague cada
uno". Pues eso digo yo: que cada cual se pague lo suyo: que el partido
político lo paguen sus afiliados, y que sean los sindicados los que se paguen
su Sindicato. Y, ya puestos, que el equipo de fútbol de la ciudad se lo paguen
los hinchas, y que los aficionados al deporte se paguen su Polideportivo, y que
el cine lo subvencionen los cinéfilos –o los políticos, si quieren, pero de su
propio bolsillo-. Y que los aficionados a la lectura se paguen las Bibliotecas,
y que los aficionados al ciclismo se paguen su carril bici- Y...
Pero así están las cosas: el Estado corre con los gastos de todos. Y nuestra
Constitución, acabo de recordarlo, prohíbe discriminar por razón de religión.