domingo, 20 de febrero de 2022

PEDERASTIA. ESTADO DE LA CUESTIÓN

 

El doloroso escándalo de los abusos infantiles nos tiene a todos horrorizados y buscamos la forma de identificar a los culpables y ponerlos en manos de la justicia. Cerrando los ojos ante esta situación, o mirando para otra parte, pondríamos en evidencia una catadura moral muy próxima a la de los responsables de esos crímenes. Sólo contemplando la realidad sin tapujos estaremos en condiciones de enfrentarla con esperanza de éxito. Pero tenemos que ser muy cuidadosos en esta estrategia, en la que las palabras claves son “contemplar” y “realidad”. No nos valen los castillos en el aire, no nos vale dejarnos llevar por nuestros deseos y aspiraciones, no nos vale hacernos trampas a nosotros mismos. Tenemos que contemplar la realidad, estar atentos a ella, y aprender de ella. Estamos obligados a conocer la realidad que queremos cambiar. Porque podríamos encontrarnos luchando contra el enemigo equivocado. Y cuando nos equivocamos de enemigo podemos estar seguros de que no vamos a ganar esa guerra. Así que estudiemos atentamente la realidad y aprendamos a reconocer al enemigo.

 En las ventanillas de los viejos trenes todavía se podía leer no hace mucho “Es peligroso asomarse al exterior”. A mí me parece que es eso precisamente lo que tenemos que hacer: asomarnos al exterior y ver “cómo anda el mundo”, por si nos sirviese para gobernar nuestra casa. Y para juzgarnos a nosotros mismos, porque corremos el riesgo de asquearnos, de que nuestro autoconcepto se venga tan abajo que nos haga incapaces de algún progreso.

 Esto es lo que podemos contemplar si miramos la realidad con ojos francos:

 1.-No somos una sociedad singularmente corrupta. Al contrario. La revista Clinical Psycology Review publicó en 2009 un amplio estudio llevado a cabo en 22 países que reveló algunos datos sorprendentes: el índice de pederastia en Occidente se sitúa en torno al 10% (9´2% en Europa, el 10,1% en los EE.UU). Una barbaridad, sí. Bueno, un solo caso es una barbaridad. Pero en otras regiones del mundo la cosa está peor: 23,9% en Asia, 34,4% en África. Occidente (lo que se llamó “la Cristiandad”) ha reducido esas cifras a la tercera parte.

 2.-¿Cuál es el perfil de los culpables? Me refiero, de nuevo a la realidad: ¿cuál es realmente el perfil de los culpables? Según ese mismo artículo, los propios padres son los autores de esos abusos en el 30% de los casos, y otro 60% son otros miembros de su misma familia, o de la escuela. Sólo en un 10% de los casos el culpable es ajeno al ámbito habitual de la víctima.

 Unos datos semejantes son los que recoge el estudio entre nosotros de la Fundación ANAR sobre el abuso sexual en la infancia entre los años 2008 y 2019: en el seno de la familia (padre -o madre, o sus parejas-, hermanos, hermanastros, abuelos, tíos, primos,…) se encuentra el 48,5% de los culpables. Detrás de ellos vienen compañeros, parejas, amigos, profesores, vecinos,… Los sacerdotes cierran la lista con un 0,2%.

 Similar es también la lista publicada por Philip Jenkins para los EE.UU. (Pedophiles and Priests: Anatomy of a Social Crisis), donde suponen el 1,02% de los pederastas. En respuesta a una pregunta directa, el psiquiatra alemán Manfred Luetz afirmaba en la BBC el 6 de abril de 2010 que no creía que el celibato de los sacerdotes católicos pudiera incentivar este tipo de agresiones sexuales, y añadía: “Un padre de familia tiene 36 veces más probabilidades de agredir sexualmente a un niño que un sacerdote célibe.”

  O Hans-Ludwig Kröber, director del Instituto de Psiquiatría Forense de la Universidad Libre de Berlín, que se proclama ateo, y que llega a la siguiente conclusión: “En vista de que los delincuentes de abusos sexuales con menores son extraordinariamente raros entre célibes, no puede decirse que el celibato sea la causa de la pedofilia. El pedófilo no es nunca una persona que se esfuerza por vivir la abstinencia sexual”. 

 Pero a pesar de lo tozuda que es la realidad, cuando nos proponemos dar caza a los pederastas, parece que sólo nos preocupa ese ínfimo porcentaje de la víctimas. Que no digo yo que no haya que perseguir a los sacerdotes pederastas, pero ¿qué pasa con el resto? ¿A ninguno de los perseguidores de sacerdotes les importa el otro 99,8%  de las víctimas? ¿No son todas las víctimas iguales? ¿O es que no son las víctimas lo que les preocupa?