viernes, 12 de agosto de 2011

SAMPEDRO Y EL PAPA

La generosidad de una antigua y querida amiga me ha permitido conocer el vídeo en el que José Luis Sampedro expone su opinión acerca de la visita del Papa a la JMJ(1). Si yo tuviera por el escritor la misma admiración socio-política que tengo literaria, estaría tan orgulloso como a él se le ve, de todo lo que dice y piensa, y de todo lo que no dice y no piensa. Pero no la tengo, ésa es la cuestión.
José Luis Sampedro ataca en dos frentes principalmente: la Iglesia y la enseñanza.
-propone que la política nacional no tenga en cuenta la opinión de los católicos, ya que apenas el 27% va a misa todos los domingos, de lo que deduce que el 73% comparte su posición laicista. Para empezar, parece difícil de asumir que se pida al Gobierno que no tenga en cuenta a la cuarta parte de la población. Pero probablemente será más, porque olvida que más a menudo nos dejamos llevar por la pereza que por las convicciones, o por intereses mayores o más gratificantes, ¿o pretenderá que sólo están en contra de esta visita los españoles que así se manifiesten en Madrid?
-acusa a los gobiernos de tener miedo al voto católico, como si tener en cuenta al 27% de la población sólo puede ser consecuencia del miedo, y como si ese voto fuese de mala calidad, de segunda clase, despreciable: habrá que recordarle que los católicos no perdimos nuestro derecho a ser ciudadanos corrientes el día de nuestro bautizo.
-considera que la educación a los niños en centros católicos es una “colonización de las mentes infantiles”: ¡hombre, claro!, en eso consiste cualquier educación, en implantar en esas cabecitas frescas y vírgenes unos conocimientos y unos criterios que hayan de servirles más adelante.
-le parece que esa educación “impide que sean ciudadanos”: volvemos a lo de antes: ¿por qué se emperra en que la fe católica suprime la ciudadanía?, ¿no será que esconde una cierta intolerancia de la que acusa al prójimo? Pretende extender patente de ciudadanía: ciudadanos, sí, pero los que él diga. Vamos a ser serios: habíamos quedado en que en eso consistía precisamente la democracia, en que todos tienen voz y voto: equiparar democracia con laicismo no es un ejemplo de democracia, sólo es un ejemplo de laicismo.
-además, “no podrán –esos niños educados en la fe católica- razonar por su cuenta”. ¿No?, ¿no podrán? ¿No pudo Julián Marías razonar por su cuenta?, ¿no pudieron Gabriel Marcel, Jacques Maritain, Emmanuel Mounier, Edith Stein,… razonar por su cuenta? ¡Ah, no! ¡Lo había entendido mal!: lo que dice es que quiere que no se les permita pensar por su cuenta: "¡los educados en la fe católica no podrán -no se les permitirá- pensar por su cuenta!" Así sí, así se entiende mejor.
Decía al principio que no tengo por Sampedro la misma admiración socio-política que literaria. Lo que sí tengo, en cambio, es la impresión de que Sampedro ha trastocado los papeles: no son ya los ciudadanos los que han de tener el Estado que quieren: ahora es el Estado el que ha de tener los ciudadanos que quiere. Mal asunto.

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