Le parecía a Jorge Manrique que “cualquiera
tiempo pasado fue mejor”; yo creo que a menudo ha sido peor en muchos aspectos.
El progreso es muchas veces evidente, pero otras no es fácil reconocerlo. Es el
caso del desarrollo moral: solemos echarnos las manos a la cabeza, por ejemplo,
cuando oímos la expresión “ojo por ojo, diente por diente”, y no nos damos
cuenta de que, en realidad, supone acotar la venganza, limitarla, evitar
una violencia de ida y vuelta que crece sin cesar. O la abolición de la esclavitud,
de la que tan orgullosos nos sentimos, y que nos hace denostar su introducción
entre los hombres: perdemos de vista el enorme avance moral que supuso su
aparición frente a lo que era entonces su alternativa: el asesinato puro y
limpio del vencido.
Pero hemos avanzado, y ya no nos conformamos con
el ojo por ojo, ni con la esclavitud. Ni siquiera aceptamos ya otros puntos de
vista que suponían privilegiar la posición del europeo o del varón, mostrando
así que somos capaces de atender los intereses del “otro”. Y llegamos aún más
lejos, porque la igualación legal de las diferentes razas y de ambos sexos se
considera ahora una restricción egoísta que privilegia la pertenencia a nuestra
especie sobre las demás. Por eso se propugna una visión de más amplia perspectiva
que deje atrás lo que, estableciendo una analogía con el racismo y el sexismo
se ha llamado “especismo”, y se quiere extender algunos de esos privilegios a
los miembros de ciertas especies afines a la nuestra.
Yo no sé muy bien si existe eso que se ha
llamado "derechos de los animales". De lo que sí estoy seguro es de
que tenemos con ellos unas obligaciones, unos deberes a los que venimos
obligados en la medida en que encontramos en ellos un valor que merece ser
conservado y cuidado: en este caso, la existencia de vida. Pero del mismo modo
que estamos también obligados a conservar y cuidar, por ejemplo, las Meninas de
Velázquez o la cueva de Altamira, sin que necesitemos acordar que el cuadro o
la cueva son titulares de derecho alguno. No importa: nosotros sí somos
titulares de obligaciones.
Lo último entre nosotros ha sido el reciente
Decreto Ley que prohíbe la experimentación con simios y otros parientes lejanos
nuestros. Denota una sensibilidad hacia esos valores que merecerá, sin duda, la
simpatía de gran parte de la población y muestra una solidaridad que va más
allá de la simple defensa de lo propio. Un generoso Decreto, libre de toda
sospechosa.
Pero de tanto pensar en nuestros parientes
lejanos nos habíamos olvidado de nuestros propios hijos. En estos momentos está
en marcha en la Unión Europea una Iniciativa Ciudadana Europea -equivalente a
nuestra Iniciativa Legislativa Popular- para establecer una norma que extienda
al embrión humano los privilegios que el mencionado Real Decreto reconoce a los
monos. Se trata de la iniciativa "One of us" ("Uno de
nosotros"), que aspira a prohibir la financiación con fondos públicos de
cualquier actividad que suponga la destrucción de embriones humanos. No
olvidemos que, independientemente de cualquier consideración ideológica,
la Biología demuestra que el embrión humano tiene en su ADN las secuencias ALU
que permiten a la policía científica asegurar que unos restos biológicos son
restos humanos, y muestra en sus dedos, desde la décima semana, las huellas
dactilares por las que se le podría acusar de un crimen.
“One of us” aspira a conseguir un millón
de firmas en su apoyo. Se puede participar en esta Iniciativa través de la página www.unodenosotros.eu, en la que se
encuentra disponible toda la información pertinente.