Después de leer el artículo “El aborto de menores”, de D. Luis Segovia López (1), de quien siempre aprendemos algo, me encuentro en la necesidad de hacer algunos comentarios con la esperanza de contribuir a iluminar este asunto, dicho sea sin ánimo de enfrentarme a su autor, a quien me une, además del agradecimiento por sus enseñanzas, el interés por desbrozar el camino de la realidad: “Soy amigo de la verdad, pero también soy amigo de Platón”.
1º.- Sus conocimientos jurídicos le permiten exponer doctrina y casi regalarnos una introducción al derecho comparado, pero le impiden “asomarse al exterior”. “Según nuestro Derecho…”, dice. No creo que sea esa la cuestión. Nuestro Derecho dirá lo que decidan nuestros legisladores; de lo que se trata es de saber si la ley puede ser injusta; no digo “no ajustada a derecho”, sino “injusta”. No se trata de hacer un ejercicio de teoría: nuestra historia contemporánea ya ha conocido leyes injustas.
2º.- Afirma que el embrión es un ser humano “únicamente en potencia”. Podría ser, no digo yo que no. Ni que sí: lo que digo es que ése no puede ser el punto de partida. Podrá ser, en todo caso, la conclusión a la que se llega. Pero hay que llegar a ella, no se puede dar por supuesta. Y no veo yo cómo ha llegado a ella D. Luis. Aunque quisiera verlo, porque me liberaría de la desazón que produce pensar que algo de tanta consecuencia podría no estar bien justificado.
3º.- Considera que el papel de los jueces es proteger al menor de la influencia de sus padres, y nos recuerda los casos en lo que se ha sabido de padres que no merecen ese nombre. Es verdad. Pero eso no puede poner a todos bajo sospecha. Al contrario, habíamos quedado en que la inocencia se supone, que es la culpa lo que hay que demostrar. De modo que no puede ser ése el “telón de fondo” sobre el que se levanta la nueva ley.
En definitiva, a mi juicio habría que plantear la cuestión en otros términos:
-¿cuál es el fundamento de la ley? ¿cualquier voluntad, por infundada que esté, puede, por el simple número de los votos, fundamentar un derecho? Para no buscar más cerca, la historia alemana del pasado siglo debería enseñarnos a pesar las opiniones antes que a contarlas.
-¿es el embrión humano un ser humano? Para contestar a esa pregunta antes deberemos ponernos de acuerdo en la respuesta de otra: ¿en qué consiste “ser humano”? Pero, de momento, la respuesta a esta última pregunta no es unánime. Yo estoy seguro de que si le consultásemos a D. Luis sobre si disparar o no disparar contra algo que se mueve tras un arbusto, nos diría que esperásemos hasta asegurarnos de que no se trata de una persona. Creo que el caso que nos ocupa es similar, y resolver la cuestión poniendo el principio de autoridad por encima del principio de razón suficiente no deja de ser inquietante.
-¿ahora lo que se supone es que somos culpables?, ¿lo que hay que demostrar ahora es que somos inocentes? Pues preparémonos, porque vamos a saber lo que es tener unos juzgados cortos de personal y de medios.
(1) http://www.diarioinformacion.com/opinion/2009/06/18/aborto-menores/899730.html
1º.- Sus conocimientos jurídicos le permiten exponer doctrina y casi regalarnos una introducción al derecho comparado, pero le impiden “asomarse al exterior”. “Según nuestro Derecho…”, dice. No creo que sea esa la cuestión. Nuestro Derecho dirá lo que decidan nuestros legisladores; de lo que se trata es de saber si la ley puede ser injusta; no digo “no ajustada a derecho”, sino “injusta”. No se trata de hacer un ejercicio de teoría: nuestra historia contemporánea ya ha conocido leyes injustas.
2º.- Afirma que el embrión es un ser humano “únicamente en potencia”. Podría ser, no digo yo que no. Ni que sí: lo que digo es que ése no puede ser el punto de partida. Podrá ser, en todo caso, la conclusión a la que se llega. Pero hay que llegar a ella, no se puede dar por supuesta. Y no veo yo cómo ha llegado a ella D. Luis. Aunque quisiera verlo, porque me liberaría de la desazón que produce pensar que algo de tanta consecuencia podría no estar bien justificado.
3º.- Considera que el papel de los jueces es proteger al menor de la influencia de sus padres, y nos recuerda los casos en lo que se ha sabido de padres que no merecen ese nombre. Es verdad. Pero eso no puede poner a todos bajo sospecha. Al contrario, habíamos quedado en que la inocencia se supone, que es la culpa lo que hay que demostrar. De modo que no puede ser ése el “telón de fondo” sobre el que se levanta la nueva ley.
En definitiva, a mi juicio habría que plantear la cuestión en otros términos:
-¿cuál es el fundamento de la ley? ¿cualquier voluntad, por infundada que esté, puede, por el simple número de los votos, fundamentar un derecho? Para no buscar más cerca, la historia alemana del pasado siglo debería enseñarnos a pesar las opiniones antes que a contarlas.
-¿es el embrión humano un ser humano? Para contestar a esa pregunta antes deberemos ponernos de acuerdo en la respuesta de otra: ¿en qué consiste “ser humano”? Pero, de momento, la respuesta a esta última pregunta no es unánime. Yo estoy seguro de que si le consultásemos a D. Luis sobre si disparar o no disparar contra algo que se mueve tras un arbusto, nos diría que esperásemos hasta asegurarnos de que no se trata de una persona. Creo que el caso que nos ocupa es similar, y resolver la cuestión poniendo el principio de autoridad por encima del principio de razón suficiente no deja de ser inquietante.
-¿ahora lo que se supone es que somos culpables?, ¿lo que hay que demostrar ahora es que somos inocentes? Pues preparémonos, porque vamos a saber lo que es tener unos juzgados cortos de personal y de medios.
(1) http://www.diarioinformacion.com/opinion/2009/06/18/aborto-menores/899730.html